SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La publicación de los resultados generales del Concurso de Oposición Docente 2015 por parte del Ministerio de Educación, pone de manifiesto el fracaso estrepitoso del sistema de formación docente, las carencias generales del sistema de educación superior y las causas de la mayoría de las debilidades y carencias de la República Dominicana del siglo XXI. Estos resultados nos enrostran la penosa realidad de que somos una sociedad moderna navegando en un mundo global, dominado por la tecnología y el conocimiento, pero profundamente anclada en el más remoto y oscuro pasado.
El hecho de que, pese a la sospechada benevolencia de los evaluadores, apenas un 31% de los 36,884 postulantes presentados procedentes de más de 22 centros de educación superior, haya aprobado las pruebas del Concurso de Oposición Docente 2015, que está establecido como el mecanismo para el ingreso a la carrera docente, nos tiene que mover a pensar que ALGO HEMOS ESTADO HACIENDO MAL en la formación de los recursos humanos que tienen la responsabilidad de enseñar, educar y formar a los niños/niñas y jóvenes de los centros escolares públicos.
¿Quiénes han reprobado?
A primera vista los resultados del Concurso de Oposición Docente 2015 tienden a incriminar a los 25,405 postulantes reprobados. Sin embargo, me atrevo a decir que hemos reprobado todos, pero muy particularmente las universidades y centros de estudios que formaron a los “profesionales docentes” que postularon para el concurso. Generalmente las instituciones académicas del país ponen como requisitos mínimos a sus estudiantes para aprobar cualquier asignatura, la obtención de una calificación de 70 puntos. Como se muestra en el Ranking del Fracaso de la Formación Docente,si valoramos a las universidades y centros académicos en función del nivel de reprobados/aprobados de cada una en el Concurso de Oposición Docente 2015 (asumiendo esto como una evaluación de sus niveles de excelencia académica), no nos queda otra opción que la de afirmar que todas han reprobado. Ninguna ha logrado el 70% requerido a sus estudiantes. La que mejor ha quedado solo alcanzó un 58% en sus notas.
Los resultados del Concurso de Oposición Docente 2015 en el que solo el 31% logro precariamente aprobar las pruebas nos llevan a plantearnos la siguiente pregunta: ¿vale la pena continuar invirtiendo dinero en la formación y profesionalización docente sobre los mismos esquemas, enfoques, currículo y niveles académicos?, ¿cuál es la responsabilidad en estos resultados que tienen las universidades y centros de estudios que formaron estos maestros? Si tuviera la autoridad para decidir, pondría como condición para seguir financiando la formación de maestros en estas universidades la realización de un amplio programa de recertificación y acreditación de cada una de estas universidades y centros de estudios como formadores de docentes.
Durante varios años, el gobierno ha venido financiando de una u otra manera la formación profesional en las diferentes escuelas de pedagogía en centros y universidades públicas y privadas. Para ello ha invertidos miles de millones de pesos, estos desastrosos resultados parecen indicarnos que estos recursos se han tirado por la borda. Entre 2008 y 2015 la inversión en formación docente (Profesionalización y Formación Continua) del Ministerio de Educación alcanzará un monto de RD$9,094.5 millones de pesos, de los cuales el 71.9% corresponden a los años 2013, 2014 y 2015 equivalentes a un monto de RD$6,651.9 millones.
Independientemente de si se requieren o no más recursos para formación docente, lo cierto es que las cifras anteriores son significativas y ponen en evidencia que además de la problemática de cantidad de recursos tenemos que poner atención a los temas relacionados con los enfoques, los currículos y la visión estratégica en las políticas de formación docente. Es claro que tenemos que redefinir los paradigmas tradicionales sobre la función y papel de los docentes en la educación del siglo XXI. Como lo plantean muchos expertos, se tienen que analizar “cuáles son las tendencias generales de cambio y transformaciones” que se requieren hoy para la formación de maestros y ejercer el oficio de enseñar.
Ya no basta con seguir privilegiando la condición de trabajador asalariado de los docentes para limitar las cuestiones relacionadas con los conocimientos, capacidades, habilidades y destrezas mínimas que estos deben poseer para ser merecedores de derechos y prerrogativas propias de cualquier profesional certificado. Durante décadas asistimos a un acelerado proceso de deterioro de la imagen y de la reputación social de las y los docentes, reduciéndose las discusiones sobre los profesores y la cuestión docente a los temas salariales y de condiciones de vida, relegando a un segundo plano los aspectos relacionados con la obligación de la formación,la profesionalización y la actualización continua.
Considero que están dadas las condiciones para que el gobierno con el apoyo de los diferentes entes y sujetos sociales, políticos y económicos interesados sinceramente en mejorar la calidad de la educación, tomando como diagnostico los resultados del Concurso de Oposición Docente 2015, ponga en práctica un amplio plan de certificación y acreditación de los conocimientos y capacidades del grupo de postulantes del indicado concurso que logro superar las pruebas como parte de un programa piloto con formadores y capacitadores docentes extranjeros y nacionales como forma de sembrar la semilla para un nuevo modelo de formación docente profesional.
Como resultado del programa de construcción de nuevos centros escolares y de la generalización de la jornada completa en las cuelas públicas el país requerirá decenas de miles de maestros en los próximos años. Hay quienes estiman en 50 mil los docentes que se requerirán en los próximos años. Tenemos que aspirar a que los nuevos docentes que ingresen al sistema cuenten con la capacitación pedagógica y especializada adecuada para introducir los cambios que la educación demanda.
Es tiempo ya de revisar todo el andamiaje de la formación docente que hemos venido implementando y poner en práctica mecanismos modernos de evaluación del desempeño docente. Las condiciones socioeconómicas, tecnológicas, los avances en los medios de comunicación, los nuevos modelos de producción, la demanda del mercado de trabajo, así como los cambios en los enfoques pedagógicos que redefinen los roles de los docentes, exigen reformular todo lo que estamos haciendo en materia de formación de los maestros si queremos mejorar la calidad educativa.
En los años entre 2009 y 2012 la mayoría de los dominicanos y dominicanas lucharon y consiguieron comprometer a la clase política con el Compromiso Político y Social por la Educación, mediante el cual los aspirantes a la presidencia se comprometían a asignar el 4% del PIB como presupuesto para la educación preuniversitaria y a impulsar acciones para una educación inclusiva y de calidad.
En correspondencia con el referido compromiso, el gobierno que asumió el 16 de agosto de 2012 encabezado por Danilo Medina asignóen el Presupuesto General del Estado de 2013 por primera vez el monto establecido en la Ley General de Educación 66-97 para la educación preuniversitaria, colocando esta como la principal prioridad presupuestaria, con el objetivo de impulsar los cambios que durante décadas se han venido reclamando a la educación pública. No podemos desaprovechar la oportunidad y permitir una nueva frustración que convierta la inversión en educación que se está haciendoen sal y agua.
Si los recursos del 4% de la educación se van a invertir de manera improductiva y sin resultados comprobables en la calidad de la educación, reproduciendo los viejos esquemas, es preferible repensar su orientación.