MADRID. La sociedad española acudió este miércoles a una extraña cita con la historia: vivió la ambiguedad agridulce de sentimientos cuando la televisión anunció a media mañana que se había suicidado, mediante un tiro de escopeta en el pecho, Miguel Blesa, ex-director de la Caja de Madrid, acusado y condenado por corrupción y estafa.
Blesa estaba condenado por una de tres causas que le conocía la justicia, acosado por un país que le pedía devolver 23 mil millones de euros de un fraude en la Caja de Madrid (seguro social). Era una de las personalidades públicas más repudiadas cuando asistía a un acto público.
Blesa era un cuadro financiero e impositivo aupado por los gobiernos de los Partidos Popular y Socialista Obrero Español, que lo mantuvieron 13 años al frente de la institución que captaba dineros del público y los que aparentemente derrochó escandalosamente.
Llamó la atención en la Gran Galería del Fraude en España, y este miércoles puso fin a su enfrentamiento con la justicia, que ya lo había condenado a seis años, que no cumplió porque logró pagar dos millones de euros como fianza, presentada en tiempo record de 24 horas.
En sus andanzas, según ha destacado la prensa española, Blesa entregó tarjetas de crédito ilimitado a ejecutivos de Caja de Madrid, (conocidas como –Tarjetas Black- a quienes además les otorgó sobresueldos, completando el cuadro de sus indelicadezas con la compra irregular de acciones de un banco en Miami. Es el primer banquero que pisaba una cárcel en España desde el famoso caso de Mario Conde.
Los especialistas de la policía determinaron que su muerte se debió a suicido por la posición del arma y el cuerpo, encontrado en su vehículo en su finca Puerto del Toro.
Nombrado en 1996, seis meses después de la llegada de PP por José María Aznar, fue ratificado por los presidentes del PSOE y el actual Mariano Rajoy, también del PP.
Blesa vio su reinado terminar, con el juicio en su contra y la demanda pública de centenares de pensionistas y ahorrantes que lo acosaban donde quiera que se presentaba, lo que le representó una enorme presión social y de los medios de comunicación que exigían se aclarara el uso de los recursos de la Caja de Madrid. Acosado por bloqueos de sus cuentas e incautaciones de sus bienes, el banquero mantenía públicamente su negativa a las imputaciones, pero las fotos que publicaba dándose la buena vida coparon los noticiarios españoles.