SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El 24 de febrero de 1997 marcó el inicio de una nueva etapa en la vida de María, la cual, sin sospecharlo, terminaría por dar un giro siniestro, volviendo su piel un lienzo en el que se imprimirían nefastos recordatorios de la violencia proveniente de quien en un momento consideró ella consideró el amor de su vida.
Después de dos meses de noviazgo, María (nombre ficticio) decidió seguir sus emociones y sentimientos más nobles y se unió a David (también nombre ficticio), a pesar de las advertencias de sus familiares, que le habían advertido que el hombre que ella amaba era un “tíguere”.
“Duramos doce años, pero uno nunca llega a conocer completamente a una persona. A veces se mostraba como una persona pacífica, dulce, pero a veces… peor que el infierno”.
Al igual que miles de mujeres dominicanas, María es parte de la siempre creciente cifra de mujeres que reciben o han recibido algún tipo de abuso por parte de sus parejas y que han visto sus vidas marcadas por el terror de convertirse en un número que robustece otro listado aún más funesto: el de los uxoricidios o feminicidios (neologismo surgido de la traducción del inglés femicide).
En los primeros diez días de mes de junio, las instituciones y medios de comunicación revelaron el saldo trágico de diez mujeres muertas a manos de sus parejas. Algunas de estas, fueron ultimadas con un grado extremo de violencia, como es el caso de Yesenia Suero Jiménez, de 25 años, decapitada por su cónyuge en San Juan de la Maguana, quien luego de cometido el acto, segó su propia vida, dejando en brazos de la orfandad a sus tres hijos, de siete, cinco y un año de edad.
“Existe ahora más saña por parte de los hombres. Es como una misoginia (odio hacia el sexo opuesto), dándose casos de agresiones severas que incluye homicidios, mutilaciones y golpizas, siendo visto casi como una predisposición o premeditación para cometer este tipo de hechos en contra de las mujeres”, afirma Gloria Peralta, coordinadora del Consejo de Dirección de Casas de Acogida, del Ministerio de la Mujer.
Similar posición sostiene, Sergia Galván, directora ejecutiva de la Colectiva Mujer y Salud, manifiesta que dentro de los feminicidios, existen algunos que podrían ser calificados como crímenes de odio, debido a la crueldad y salvajismo de los homicidios y las agresiones contra las mujeres, lo cual es más que alarmante.
“Ser mujer en República Dominicana se está convirtiendo en una situación de riesgo. Las mujeres vivimos con unos niveles de inseguridad alarmantes, mayores que la población en términos generales. Una mujer esta insegura en sus hogares, oficinas y en las calles. Estamos con nuestras vidas en riesgo”, estima Galván.
Debido al alto grado de violencia que se registra diariamente en contra de las mujeres, tanto Gloria Peralta como Sergia Galván, destacan la necesidad de una respuesta integral por parte de todos los actores del Estado, el cual incluye el Ministerio de Salud Pública, el Ministerio Público y la Policía Nacional, en lo referente a la prevención de los casos, así como en la solicitud, emisión y ejecución de la orden de arresto, constituyéndose este punto un nudo para detener el agresor, dado de que debe agotarse un proceso burocrático que resulta muchas veces extenso.
En otras circunstancias, afloran las deficiencias en el manejo de la justicia en distintas partes del país, donde prima el favoritismo y tráfico de influencias.
1829 mujeres muertas.
En octubre del 2013, la vicepresidenta dominicana, Margarita Cedeño de Fernández, señaló que la creciente ola de violencia y muertes de mujeres a manos de sus conyugues se había convertido en un problema de Salud Pública, superando la cantidad de víctimas causadas por el dengue, el cáncer y el cólera.
En República Dominicana, desde el 2005, se han reportado 1829 mujeres muertas entre asesinatos íntimos y no íntimos, de los cuales 956 han sido a manos de sus parejas (o íntimos), según datos suministrados por la Procuraduría General de la República y el Observatorio Ciudadanía Activa de las Mujeres de la Colectiva Mujer y Salud.
Tan sólo en el período de enero a junio del 2014, se reportaron 87 casos de feminicidios (íntimos y no íntimos), superando la cifra de 69 en 2013, para el mismo período y 86 para el final de ese año.
2011, se coloca como el año con mayor cantidad de feminicidios, con 233 mujeres muertas de forma violenta. En 2010 y 2008, se registraron 210 y 204 mujeres asesinadas respectivamente, descendiendo a 196 y 160, en 2012 y 2013.
Según los datos ofrecidos por la Colectiva Mujer y Salud, en 2014 han fallecido 45 mujeres a mano de hombres con algún tipo de relación sentimental, con edades entre los 13 y los 63 años. La edad promedio es de 27 años.
Asimismo, el 20 por ciento de los feminicidas, equivalente a nueve victimarios, cometieron suicidio luego de realizar el crimen.
En comparación a los países de la región, el estudio Femicide: A Global Problem, publicado en febrero del 2012, por Small Arms Survey y de la autoría de Matthias Nowak, destaca que República Dominicana se encuentra entre los 25 países con niveles más altos de feminicidios, de los cuales 14 se encuentran en el Continente Americano, ocupando la posición 24, dentro de los países con "alto nivel" de muertes por cada 100,000 habitantes femeninos, entre 2004 y 2009.
En la región del Caribe, República Dominicana, ocupa la cuarta posición, por detrás de Jamaica (el más alto de las Antillas y el segundo en el mundo, superado por El Salvador), Bahamas y Belice, en segundo y tercer lugar respectivamente.
En lo referente a los casos de agresiones, el “Informe sobre denuncias de violencia de género, intrafamiliar y delitos sexuales en las unidades especializadas en violencia de género”, efectuado por la Procuraduría General de la República, por violación al artículo 309-1 del Código Penal, sobre la violencia de género, arrojó que se realizaron 12094 acusaciones en 2013, de las cuales 4033 corresponden a violencia física, mientras que 8061 corresponden a agresiones verbales y psicológicas.
En el período comprendido de enero a abril del 2014, la Procuraduría, puntualizó que se han recibido un total de 2879 querellas, de las cuales 1030 son denuncias por agresiones físicas, y 1849 son por agresiones verbales y psicológicas.
Si bien, para el período de enero-abril del 2013, se experimentó una disminución de unos 417 casos en comparación al 2014, la cantidad podría aumentar debido a que las cifras para este año corresponden a datos preliminares.
Asimismo, de enero-mayo del 2014, las Casas de Acogidas del Ministerio de la Mujer recibieron 240 personas, de las cuales 108 eran mujeres provenientes de situaciones de abuso físico, emocional o verbal, las cuales fueron rescatadas. Mientras que la Línea de emergencia recibió 3306 llamadas, de las que 871, un 26 por ciento, culminaron en rescate de mujeres en peligro de muerte.
“Cuando usted vive con una pareja que la amenaza frecuentemente, o cuando convive con una pareja que tiene trastorno de la ira, que por detalles hace explosiones, es alcohólica, o dependiente de drogas, debe dejar a esa pareja de inmediato, porque es una pareja de alto riesgo y que siempre termina matando”, destaca el psiquiatra y especialista en terapia sexual y marital, José Miguel Gómez.
Sin embargo, este alejamiento no siempre se cumple, a raíz de que a menudo la victima retira cualquier acción legal impuesta al maltratador, o éste simplemente no cumple la orden judicial.
“Doce años en el infierno”.
“El peor error que una mujer puede cometer es dar un chance luego de ser abusada. Es lo primero que le decimos a las mujeres que vienen a la consulta”, afirma el psiquiatra y especialista en terapia sexual, José Miguel Gómez, debido especialmente a que en ese caso, se trata de una pareja violenta y que tiene altos indicadores de perversidad en la relación.
Sin embargo, la dificultad de las mujeres para salir de ese ciclo de violencia puede ser por razones multicausales, en donde puede existir dependencia económica por parte de las mujeres, experimentar miedo o temor por su integridad física e incluso, existir el denominado Síndrome de la Mujer Maltratada, en la que la mujer asume que merece el maltrato.
Situación similar vivió María, quien tras el fallecimiento de su padre en 2007 por complicaciones relacionadas al Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), y sin mayor apoyo de sus familiares, se vio a la merced de monstruo que abusaba física, verbal y emocionalmente de ella, restringiéndole incluso, la búsqueda de asistencia médica.
En 2010, David intentó rociarla con el denominado “Ácido del Diablo” frente a una de sus hijas, mientras que el 24 de diciembre del 2012, durante la celebración de Nochebuena, puñal en mano, ingresó a la casa y la amenazó con darle muerte, pese a que para la fecha, la relación había terminado. Esta corresponde a la última agresión que sufrió antes de que su ex pareja fuera arrestada.
“A veces las mujeres nos dejamos humillar de las personas porque queremos. Fui yo que di todos esos chances. Siempre he sido una mujer muy apegada a mis hijos. Toda la humillación que aguanté fue por no darles la espalda a mis hijos, pero me he dado cuenta de que la vida no es así”, expresa, con la voz entrecortada, recorriendo con sus dedos el dorso de su mano derecha y el rostro oculto entre las sombras.
El temor frente a amenazas de retirar los hijos o la casa, y la falta de garantías de que al poner una denuncia, la victima va a recibir una protección a su vida, recrudece el miedo de las mujeres abusadas de iniciar o continuar un proceso legal en contra de sus parejas, lo que a su vez prolonga el ciclo de abuso dentro del hogar, produciendo a las víctimas supervivientes y a sus hijos graves problemas físicos, psicológicos a corto y a largo plazo, y que tienen un elevado costo económico y social.
Sin embargo, el temor no concluye muchas veces con el proceso del victimario a través de la justicia. En el caso de María, el desasosiego se hace siempre presente, debido a las constantes amenazas que recibe por parte de su ex pareja, aún incluso desde la cárcel de La Victoria.
“Él dice que cuando salga, hasta debajo de la tierra que me meta, me va a encontrar y va a terminar lo que dejó empezao”, expresa en referencia a su ex pareja sentimental, quien ahora purga una condena de tres años por agresión, y de los cuales han transcurrido dos años y medio, razón que la ha obligado a llevar a la justicia las nuevas intimidaciones a fines de que pueda ser juzgado, recalcando el temor que siente incluso de salir a la calle a ganarse el sustento de su familia.
“Si hubiera tomado esas decisiones antes, no habría ocurrido todo y mis hijas no ven toda esa humillación que viví, pero nunca caminé con la cabeza, sino con los sentimientos. Era más madre que mujer y que todo lo demás y por mis hijos viví todos los golpes y maltratos. Esos doce años que tuve con esa persona los defino como doce años de tortura, doce años viviendo en el mismo infierno, que nadie lo aguanta… nadie”.