SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En América Latina y el Caribe el 1% más rico de la población posee el 41% de la riqueza. Si se mantiene esta tendencia, en solo 8 años este 1% acaparará más riqueza que el 99% restante, contribuyendo a un aumento exponencial del número de personas pobres en la región y echando por la borda los avances en la reducción de pobreza monetaria de los últimos 10 años.

“América Latina y el Caribe logró una reducción de la pobreza en la última década a diferencia de otras regiones del mundo. Pero esta tendencia ya se ha roto y se están viendo cambios que ahondan la brecha entre ricos y pobres. Ahora que la economía no va a crecer al mismo ritmo en los próximos años debemos asegurar que repartimos mejor la renta y la riqueza. Si no lo hacemos, tendremos 200 millones de personas en riesgo de ser pobres de nuevo” afirma Rosa Cañete Alonso, coordinadora de la campaña IGUALES de Oxfam en América Latina y el Caribe.

Estas cifras son algunos de los cálculos que Oxfam presenta en su más reciente informe Privilegios que niegan derechos. Desigualdad extrema y secuestro de la democracia en América Latina y el Caribe, presentado hoy en Lima. Con este reporte, la organización hace un llamado a los gobiernos para que la reducción de las desigualdades –económicas, sociales y de poder-  sean una prioridad política para la región, que persiste como la más desigual del planeta en el reparto de ingresos y tierra.

Adicional a su informe, Oxfam, en asociación con el medio peruano Ojo Público, ha desarrollado una “calculadora de la desigualdad” en forma de aplicación web. La herramienta digital permite a los ciudadanos de 17 países de América Latina comparar su ingreso mensual con el del resto de la población y con el de las personas más ricas de su país. A partir de esta interacción, los ciudadanos tendrán un mayor entendimiento sobre la dimensión de la desigualdad y cómo esta les afecta cotidianamente.

El análisis realizado por Oxfam demuestra que la brecha de ingreso es escandalosa y que hay una concentración extrema de la riqueza, que limita el crecimiento y la lucha contra la pobreza. En Honduras, por ejemplo, un multimillonario ingresa anualmente 16,460 veces lo que gana una persona situada en el 20% más pobre de la población. En promedio, el ingreso anual de los multimillonarios latinocaribeños es 4,846 veces mayor que el ingreso de los más pobres en la región.

“La concentración de riqueza va unida a la de poder, se está produciendo un “secuestro de la democracia” en el que los Estados dejan de estar al servicio de las necesidades de la ciudadanía, mientras las élites políticas y económicas cooptan las instituciones democráticas y utilizan los recursos públicos para su propia ventaja”, señala Rosa Cañete Alonso.

El informe detalla múltiples casos que muestran cómo opera el secuestro de la democracia en la región, lo cual fortalece las brechas de desigualdad. Algunas situaciones que lo ilustran son el ejercicio de la influencia en la definición de políticas en la forma de lobby ilegítimo; la corrupción en la asignación irregular de contratos; la sobrevaluación de obras o venta de terrenos estatales subvaluados; y clientelismo, que se manifiesta en compra de votos, contratación de empleados públicos dependiendo de su adscripción política, u otorgamiento de servicios públicos como favores. Algunas de estas formas de secuestro de la democracia son ilegales y otras son legales, pero todas ellas son ilegítimas.

“La desigualdad no es inevitable, es el fruto de decisiones de los gobiernos que pueden revertirse si hay voluntad política. Por eso venimos insistiendo desde hace tiempo en las soluciones que han probado su éxito y que siguen siendo urgentes, especialmente ahora, ante la desaceleración económica de América Latina y el Caribe. Las democracias deben garantizar que el Estado responda ante los intereses y necesidades de la mayoría de la ciudadanía, es necesario garantizar los derechos de todos ante los privilegios de unos pocos”, remata Cañete.