SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El Ministerio de Salud de Francia autorizó este jueves el tratamiento en base a la cloroquina para pacientes con coronavirus que se encuentran hospitalizados, algo requerido por el infectólogo francés Didier Raoult, quien le agradeció al ministro por escucharlo.

“Como parte de la emergencia de salud, se puede recetar hidroxicloroquina para tratar COVID-19. Gracias Olivier Véran por escuchar”, escribió el infectólogo en su cuenta de Twitter.

Pero hay que tener mucho cuidado porque en Estados Unidos un hombre murió por tomar fosfato de cloroquina, obviamente sin prescripción médica, tras escuchar al presidente de su país, Donald Trump, quién elogió este posible "remedio" que denominó "un regalo del cielo".

“La hidroxicloroquina y la combinación de lopinavir/ritonavir pueden ser dispensadas y administradas bajo la responsabilidad de un médico a pacientes afectados por COVID-19, en los establecimientos de salud que se encargan de ellos, así como para la continuación de su tratamiento si su condición lo permite y con la autorización del médico inicial, en el hogar”, sostiene el decreto ministerial.

“La Agencia Nacional para la Seguridad de Medicamentos y Productos de Salud es responsable de elaborar un protocolo para uso terapéutico destinado a profesionales de la salud y establecer los términos de información adaptados a la atención de pacientes”, agrega.

EL DECRETO FRANCÉS. Sin traducción al espanol

El profesor e infectólogo francés, director del Instituto Mediterráneo de Infección en el Hospital Universitario (IHU) de Marsella, había considerado “inmoral” no utilizar cloroquina para las personas hospitalizadas con coronavirus, tras asegurar que contra este mal que afecta a todo el mundo esta medicación utilizada regularmente contra la malaria (paludismo) había eliminado los síntomas del 75% de los 24 pacientes en los que él la probó, como parte de un estudio científico formal.

El estudio francés administró 600 miligramos de hidroxicloroquina diarios por seis días a pacientes con diagnóstico positivo para Covid-19, midiendo su carga viral después de cada jornada. Algunos recibieron también azitromicina.

Según el documento del estudio, los pacientes tratados mostraron una reducción significativa de la carga viral en comparación con que los 16 del grupo de control que no recibió medicamentos.

El estudio francés contó con el apoyo de varios emprendedores tecnológicos de Estados Unidos, entre ellos Michael Coudrey y el famoso creador de Tesla, Elon Musk.

El lunes, tres días antes de la emisión del decreto francés, las autoridades sanitarias francesas habían recomendado no utilizar el antipalúdico cloroquina en enfermos del COVID-19 salvo si son casos graves hospitalizados y bajo vigilancia médica, según lo informó entonces el ministro Véran.

Entre los distintos tratamientos potenciales contra el coronavirus, la cloroquina ha despertado esperanzas tras su exitoso ensayo con pacientes en un centro especializado en infecciones de Marsella (sur de Francia).

En rueda de prensa, el titular francés de Sanidad explicó que el Alto Consejo de Sanidad Pública solo preconiza su uso en pacientes graves, siempre que haya decisión del equipo médico y que el enfermo se encuentre bajo estricta vigilancia sanitaria.

Este mismo lunes, cientos de personas hicieron cola ante el Hospital Universitario IHU de Marsella donde el especialista en enfermedades infecciosas Didier Raoult ha probado el tratamiento con cloroquina en 24 pacientes, obteniendo resultados esperanzadores.

¿Qué es la cloroquina? ¿Podría curar el coronavirus?

¿Podría una droga disponible desde hace años y relativamente económica ser la solución a la pandemia del nuevo coronavirus?

Alrededor del mundo, los países han ampliado el acceso a la hidroxicloroquina (HCQ) y la cloroquina (CQ), dos compuestos sintéticos de la quinina, que a su vez proviene de los árboles de quina y que de usa para tratar la malaria.

La HCQ es la menos tóxica de las dos y también se usa como un antinflamatorio para tratar condiciones como artritis reumatoide y lupus.

Ambas han dado resultados aparentemente prometedores contra la COVID-19 en estudios preliminares en China y Francia, lo que llevó al presidente estadounidense, Donald Trump, a considerarlas un "regalo divino" esta semana, incluso cuando expertos llaman a ser cautelosos mientras se realizan investigaciones más amplias.

A continuación algunos datos clave presentados por la AFP

– ¿Por qué podrían funcionar? –

China usó CQ en un ensayo con 134 pacientes en febrero, descubriendo que era efectiva para reducir la severidad de la enfermedad, según funcionarios. Pero estos resultados aún no fueron publicados.

En Francia, un equipo liderado por el infectólogo Didier Raoult, en Marsella, reportó la semana pasada que había realizado un estudio con 36 pacientes con COVID-19 y descubierto que la HCQ redujo considerablemente la carga viral en quienes recibieron la droga.

Los efectos aumentaron especialmente cuando se usó junto a la azitromicina, un antibiótico común empleado para acabar con infecciones bacterianas secundarias.

Además, se ha probado que ambos compuestos funcionan contra el virus en laboratorio.

Karine Le Roch, profesora de biología celular en la Universidad de California, en Riverside, explicó que tanto la HCQ como la CQ son bases débiles que elevan el PH de partes de las células humanas llamadas orgánulos y que normalmente son ácidas.

Esto interfiere con la capacidad del virus de entrar a las células -y también parece evitar que se multiplique una vez adentro.

Pero, añadió: "Aunque funcionó in vitro, aún espero ver resultados publicados de grandes ensayos médicos ciegos que demuestren la eficacia de la HCQ en vivo".

– Cautela –

Prometedor no significa comprobado y los pequeños estudios llevados a cabo hasta ahora constituyen evidencia "anecdótica", según Anthony Fauci, jefe de enfermedades infecciosas en el estadounidense Instituto Nacional de Salud.

Además, un pequeño estudio chino en 30 pacientes que también fue publicado este mes mostró que la HCQ no era mejor que el cuidado básico -de reposo en cama, fluidos, etc.

La única forma de saberlo con seguridad es hacer ensayos clínicos aleatorios, aseguran los científicos, que duran meses o años e involucran a miles de pacientes frecuentemente alrededor del mundo.

En ellos, los pacientes reciben al azar la droga investigada o un placebo y los estudios son "ciegos", donde ni los participantes ni sus médicos saben qué toman.

Numerosos países han iniciado ensayos médicos, incluido Estados Unidos, que comenzó uno en Nueva York esta semana.

Italia realiza uno con 2.000 personas, mientras se esperan los resultados de pruebas mayores en China.

Sobrevalorar una medicina puede tener además varios efectos indeseables, advierten los expertos.

"Una de las consecuencias no deseadas es la escasez de drogas como la cloroquina para las personas que necesitan controlar su artritis reumatoide, por ejemplo", dijo a la AFP Peter Pitts, excomisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).

Hay mucha cuatela. España anunció el lunes que "hasta nuevo aviso" los pacientes con artritis y lupus tendrán acceso prioritario a esas drogas.

El ministro de Salud francés dijo en tanto que solo pueden usarse para los casos más severos de COVID-19.

Otro problema es que la gente se automedique. Un estadounidense murió esta semana tras ingerir una presentación de cloroquina diseñada para combatir parásitos acuáticos.

Es clave tener precauciones. Alrededor de 1% de las personas tiene alto riesgo de sufrir desmayos, convulsiones o incluso muerte inminente por paro cardiaco debido a problemas del corazón de los que podrían no estar al tanto, dijo a la AFP  Michael Ackerman, cardiólogo genético de Mayo Clinic.