Como hay evidencia en nuestros celulares, lo que sucede en un país es pronto conocido por la mayoría de sus habitantes y también por extranjeros. Por supuesto, me refiero a lo que sucede en el ámbito público. Sin embargo, hay una línea muy corta, muy delgada que demuestra que tiene razón ese aserto de alguien que dijo cuando hablaba de la política mexicana: “la política mexicana es dirimir los asuntos privados de manera pública”. Con las aplicaciones de fotografías, cualquiera puede saber qué hace Yvanka Trump en su tiempo libre.

Hace apenas tres semanas, hubo un aumento del precio del plátano. Como todo el mundo sabe, esta musácea aumentó unos pesos, y pronto la población se dio cuenta de un “movimiento inflacionario”, pero “inflación” provocada por una crisis natural: una sequía corrió por los campos de sembradío del bien y tuvimos unos escases que, como dicen los libros de economía, llevaron al plátano a aumentar de precio. En algunos supermercados casi llegó a 30 pesos por unidad, como muestran los datos.    

No se puede decir que el gobierno haya fallado en administrar esta crisis del plátano. Lo que tenemos que tener cuidado es en lo siguiente: cuando en Venezuela se habla de aumento de precios, es lo mismo que ocurrió con el plátano, pero allí no se habla de sequía a la gente. Entonces qué genera la inflación en una economía como la venezolana? También sabemos –por esas fotos–, qué ha sucedido en Bolivia, y tenemos una foto de Evo en un avión con una bandera mexicana.

Los más arduos economistas no hablan de inflación sino de hiperinflación. Sin embargo, no quiero comentar esta nota con números. Lo que sí está claro es que la inflación desatada en muchos campos venezolanos resulta por una escasez debida a una mala administración pública del Estado sobre factores de producción en la economía. Cuando los insumos de producción, dentro de los cuales la mano de obra es fundamental, no existen, entonces los precios aumentan hacia el tope. Esos están en escases y hay que pagar más como coste de producción, corroborando lo que decía Milton Friedman en su modelo microeconómico. Está claro que la mala administración de los insumos a nivel de control, propenden a que se escenifiquen problemas en el proceso de producción, situación que –grosso modo–, lleva años en el mundo venezolano y asunto que Maduro no ha resuelto con su política económica.

Cómo organizar una sociedad productiva en un régimen político no aceptado por sus ciudadanos?

La perspectiva económica de Milton Friedman ayuda a comprender cómo se ha evidenciado lo que ocurre en Venezuela, pero sirve además para explicar lo que ocurre en países árabes, –por ejemplo–, donde el crecimiento económico es notable. En algunos de estos países, los factores de producción abundan, y lo que se produce en esos países ricos, –el petróleo y sus derivados– tiene que ver con la administración de una tecnología –no a diferencia del fraking norteamericano– que hace que la producción llegue a tiempo para satisfacer la demanda en otros países (Just in time, como diríamos); la producción de crudo y derivados no entra en crisis como en 1973, (Egipto, Siria, Túnez), cuando se decidió no exportar petróleo a los países que apoyaron a Israel en la guerra de Yom Kipur, porque los factores productivos abundan en esas regiones. En tiempos difíciles, el gobierno no se pierde en la administración de esos recursos en algunos lugares incluso comandados por las fuerzas armadas para, en caso de que sea necesario, entrar en guerras con otros países. 

Ahora bien, qué es lo que existe en República Dominicana? Una sociedad que se ha lanzado por los senderos del desarrollo y ha podido crecer de manera continua en los últimos años. El gran aporte de los sectores productivos es algo que ha podido administrar el gobierno, aunque dicen algunos que esa administración se ha hecho a duras penas. Asimismo, se ha hablado de una eficientización del régimen tributario en el país. Ciertamente, que en los últimos diez años se ha evidenciado un incremento en la recaudación (600,000 millones), y la política tributaria, que tuvo varias reformas, no ha sido un escollo para que los sectores productivos puedan entrar en un proyecto que impulse una política de desarrollo que soporte una política fiscal adecuada con una economía que se oriente a sectores estratégicos.

Una burocracia privada y estatal se encuentran en la disyuntiva política de empezar a entender lo que ocurre en el país en todos los órdenes. La categorización que hemos tenido en el esquema de ingreso y ahorro nacional, tampoco se debe dejar de lado al momento de analizar nuestra economía. Eso sí, esperamos que los candidatos presidenciales tengan en cuenta aquello a la hora de entender la necesidad de la población de comprender su realidad económica y al momento de dar sus perspectivas en el esquema electoral del próximo año. No todo es chercha, bonche y dispendio electorero.