1

El Tercer Congreso Dominicano de Filosofía, celebrado en Santo Domingo en noviembre del año 2010, llevó por título Ciencia, innovación y sostenibilidad en el siglo XXI. En aquella ocasión, revisando el título y el programa de ponencias, me pareció que el enfoque del congreso, si bien plural, era marcadamente tecnocéntrico (o, al menos, muy tecno-científico) y que dejaba bastante al margen la reflexión humanística. El evento se inspiró en los estudios sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad -los llamados estudios CTS. Bien entendida, esta tríada ciencia-tecnología-sociedad es, en realidad, una díada: tecnociencia-sociedad. Además, la tríada de los estudios CTS es incompleta y debe ser completada por esta otra: Tecnociencia, Sociedad y Medio Ambiente. En nuestro mundo académico hay antecedentes que apuntan en esa dirección.

Estos ejes temáticos ocuparon en su momento la atención del Grupo Interdisciplinario de la República Dominicana (GIRD). Cabe mencionar aquí el Simposio “Naturaleza, Cultura y Lingüística”, celebrado en Santo Domingo en el año 2010, y reseñar también publicaciones vinculadas al GIRD como la revista independiente Atajo, primero de circulación bimestral gratuita y luego en formato digital, que se define como revista sobre Ciencia, Sociedad y Medio Ambiente.

En aquel congreso de filosofía se habló de términos como ciencia, innovación científica y sostenibilidad como si se estuviese hablando de procesos totalmente objetivos puestos en marcha al margen de un sujeto (individuo o grupo social) que es, a fin de cuentas, el receptor y el destinatario de todo proceso de investigación y desarrollo. El concepto de “sostenibilidad” (tan en boga hoy en campos como la ecología, la economía y la sociología política, y tan presente en los foros internacionales sobre temas globales y en el discurso de las instituciones multilaterales de financiamiento desde que el informe Brundtland lo acuñara en 1987) es, bien entendido, una fórmula conciliadora entre economía y ecología, entre crecimiento económico y desarrollo humano y ambiental. La sostenibilidad se vincula estrechamente a conceptos afines como “crecimiento sostenible” y “desarrollo sostenible”. Este corpus conceptual forma parte del debate público.

El título del Cuarto Congreso Dominicano de Filosofía, “Los desafíos de las ciencias sociales: una mirada filosófica”, sugiere una apertura significativa. Lo primero que noto es ese puente de diálogo tendido entre la Escuela de Filosofía de la Facultad de Humanidades y la Escuela de Sociología de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UASD. Celebro que este congreso se haya abierto a un saber dialógico, a un diálogo transversal entre disciplinas humanísticas y científicas, tanto a lo interno de la universidad como entre universidades.

2

La relación estrecha entre la filosofía y las ciencias sociales fue privilegiada en el pasado por los análisis de la escuela francfortiana, una de las escuelas de pensamiento contemporáneo más importantes e influyentes. Partiendo de esta tradición, pienso que uno de los desafíos mayores de las ciencias sociales consiste en volver a pensar la cuestión del saber y del sujeto ante la crisis de legitimidad que atraviesa la modernidad. Pero ellas solas no pueden enfrentar este desafío sin antes integrar a la filosofía, sin incorporar la mirada filosófica a las otras miradas.

 

Me preocupo justamente por situar la condición del sujeto contemporáneo. Ha sido una preocupación constante a lo largo de mi vida, en mi práctica docente, mis libros y mis colaboraciones periodísticas. Desde la escritura ensayística he intentado reflexionar sobre el sujeto en medio del desconcierto, la incertidumbre y la crisis de referencias que nos sacuden. No puedo pensar nada fuera del sujeto. Creo que la cuestión del sujeto del saber científico en la praxis social se puede abordar desde un doble enfoque: por un lado, desde un determinado marco de experiencia vital y pedagógica; por el otro, desde un marco teórico, que asuma la perspectiva del diálogo de saberes, pues hoy se reconoce que los distintos saberes particulares no se bastan a sí mismos para explicar todo un conjunto homogéneo de fenómenos, sino que necesitan estar en relación con otros saberes. Vivimos en un mundo de saberes y de haceres interconectados que dialogan entre sí, cada vez más definido por lo interdisciplinario y lo multidisciplinario. Todo esto parece definir una nueva episteme, para decirlo en términos foucaultianos.