Con el descubrimiento de América en el año de 1492 se inició en todo el continente un proceso de colonización que dio al traste con la desaparición de las culturas que poblaban nuestras tierras. A dicho proceso se le llama eufemísticamente “descubrimiento” pero en realidad se trató del establecimiento ilegitimo de un sistema de esclavitud y de un proceso de explotación de nuestros recursos naturales. Por mucho tiempo los países colonizadores se mantuvieron económicamente de las fuentes de riqueza que representaban las colonias; en especial España, quien se constituyó en la principal nación esclavista.

En nuestra isla los efectos catastróficos de aquel sistema aparecieron prácticamente de inmediato, produciendo en tiempo record la desaparición de casi toda nuestra población Taina. El sistema de plantación impuesto por España en nuestra tierra, así como la explotación paulatina de nuestros indígenas, generaron sorprendentes índices de mortandad en el seno de nuestra población autóctona, quienes morían poco a poco en sus propias tierras agonizando como esclavos. Tanto fue el drama de nuestros indios, que el mismo Fray Bartolomé de las Casas en su discurso de Adviento expresó: “todos están en pecado mortal, y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis contra estas inocentes gentes. Decid, ¿Con qué derecho y con cual justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?…”

La verdad de uno de los acontecimientos más grandes en toda la historia es que el mismo se llevó a cabo sin el amparo de un precepto legal. Las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, documento escrito por los reyes católicos el 17 de abril del año 1492, sirven de sustento para algunos historiadores a fin de justificar jurídicamente el llamado descubrimiento. Sin embargo, dichas capitulaciones se refieren a territorios por descubrir que el reinado español ofrece por concesión a Cristóbal Colon, omitiendo la posibilidad de que dichas tierras ya tuvieran habitadas y el derecho real que debían tener esas gentes sobre dichas tierras. En definitiva ¿Quién le dio a la corona española la potestad sobre territorios ya habitados, y sobre todo, quien otorgó autoridad a los reyes para repartirlas?

Cuando Cristóbal Colon llegó a nuestra isla, pronto se dio cuenta que la misma contaba con yacimientos auríferos. Como el almirante siempre conquistaba las tierras en nombre de la corona, impuso a nuestros nativos el pago de un impuesto cada tres meses, consistente en un cascabel lleno de oro o una arroba de algodón para aquellos que no vivían cerca de las minas. Posteriormente aquella forma de explotación minera se fue institucionalizando rudimentariamente en la colonia española, llegando incluso a crearse el sistema de encomiendas; institución mediante la cual un encomendero, súbdito del reinado español, obtenía para su beneficio el tributo obligado por parte de los tainos encomendados, los cuales eran cada vez más maltratados y vejados al punto de causarles la muerte.

Por otro lado, el proceso de mestizaje y mezcla cultural no fue más que el robo indecoroso de las mujeres tainas y la violación descarada de aquellas pobres indígenas. La mujer taina tenía un alto sentido de la dignidad y de la lealtad hacia su compañero de vida. En la época precolombina, los tainos vivían en una especie de sociedad comunista donde no existía la propiedad privada ni las clases sociales. Había un orden político conocido como Cacicazgos, pero la propiedad y los recursos naturales eran del disfrute colectivo; a excepción de las mujeres, las cuales se debían única y exclusivamente a sus compañeros de vida. Los españoles tampoco respetaron eso. Se dedicaron a violar, cuando no a matar, a aquellas pobres mujeres.

En conclusión, el 12 de octubre no hay nada que celebrar. Cuando se festeja el día de la raza se acepta con júbilo la desaparición forzosa y violenta de toda una cultura indígena que poblaba, pacíficamente, el continente Americano y que fueron exterminados, cruelmente, con el único propósito de lucrar al país invasor. La señalada fecha debe ser en cambio motivo de indignación y repudio por toda la población latinoamericana, atizando la repulsa a la forma en que se llevó a cabo el encuentro entre dos mundos que no fue más que la cruel esclavización de unas razas inocentes martirizadas en su propia tierra.