Hace algunos años, publiqué el libro Combatiendo Fantasmas. Este libro recoge el testimonio de Eleazar Montás Bazil, quien participó en la Revolución de Abril en el campo constitucionalista. Estuvo presente en la batalla del Puente Duarte, el 27 de abril, en la toma del Palacio Nacional, el 19 de mayo, y en el asalto al Hotel Matum de Santiago, el 19 de diciembre de 1965. Posteriormente, fue testigo de las muertes de Maximiliano Gómez, el Moreno, y de Miriam Pinedo, acaecidas en Bruselas, en mayo y diciembre de 1971. Mi objetivo fue el de contribuir a la historia reciente dominicana, a través de las vivencias de uno de los muchos actores de esos terribles acontecimientos. Pero la historia se nutre de verdades y mi libro contiene algunos episodios que no se corresponden con ella. Es por ello por lo que corrijo estas inexactitudes, frutos de mi candidez y mi afecto y, en ningún caso, de mi mala fe.
Entre los lectores de mi libro, se encuentra alguien que compartió esas vivencias con su protagonista. “Pablo, no debiste firmar ese libro. Mas de la mitad de lo que en él se cuenta no es verdad”. Sin dudas es una exageración suya, pero algo de verdad tiene su recomendación. A continuación, enumero los fragmentos que, salvo prueba de lo contrario, no están sustentados por hechos.
Luego de terminada la Revolución, y a causa de las persecuciones y asesinatos con los que el gobierno de Balaguer castigó a los luchadores constitucionalistas, Montás se vio en la obligación de buscar asilo político. Entre las opciones que se le presentaron, estaban los Estados Unidos. Durante una de las entrevistas que sostuvimos, Montás afirmó que la rechazó, porque, en sus propias palabras, «yo no he peleado contra los americanos para luego irme a asilar allá ». Sin embargo, entre los documentos a los que tuve luego acceso, había una carta en la que una universidad de Puerto Rico, estado libre asociado de los Estados Unidos, le denegaba la admisión que había solicitado. Este documento, me parece, le da un mentís a su afirmación.
Otro episodio en el que he detectado varias contradicciones tiene que ver con las aduanas de Santo Domingo. Dice Montás que Caamaño y Montes Arache le encomendaron establecerse al frente de un comando en los depósitos de las aduanas. Uno de los objetivos de esta misión era el de acabar con los robos de mercancías que allí estaban teniendo lugar. Una primera imprecisión se refiere a Enrique Montás Sepúlveda, uno de los miembros del comando. Eleazar Montás afirma que este era cadete de término de la Marina de Guerra. Sin embargo, todo parece indicar que Montás Sepúlveda se había graduado poco antes de estallar la Revolución, ostentando el rango de Teniente de Navío en ese entonces. En segundo lugar, los robos en las aduanas no disminuyeron, tal como afirmó Montás en una de las entrevistas, todo lo contrario. En consecuencia, el mismo fracasó en la misión que le fue encomendada por sus superiores.
Una última incoherencia que he detectado en mi libro tiene que ver con la muerte de Maximiliano Gómez, el Moreno, acaecida en Bruselas en 1971. Los miembros del MPD residentes en Europa, basándose en unas supuestas confesiones de Miriam Pinedo – a todas luces falsas -, acusaron a Montás, entre otros, de haberle proporcionado a esta el veneno con el que, supuestamente, lo asesinó. Montás dijo en una de las entrevistas que le hice que escribió una carta al director la revista ¡Ahora! en la que refutaba las acusaciones que se le habían hecho, la cual fue publicada en la sección de cartas de los lectores. Sin embargo, a pesar de haber revisado todos los ejemplares de la revista de esa época, no he encontrado dicha carta.
No es el objetivo de este articulo poner en entredicho la totalidad del testimonio de su protagonista. Muchos de los episodios que contiene el libro son reales. Estuvo en el Hotel Matum, como lo atestigua una foto de la época; conserva la cicatriz de una bala que le rozó uno de los brazos durante el asalto al Palacio Nacional. Me parece que, más que faltar a la verdad, en la gran mayoría de su testimonio su protagonista adornó demasiado sus relatos, como los adornan los que disfrutan contando historias.
Por contener estos testimonios reales, aunque muchas veces exagerados y, sobre todo, por haberse basado en una amplia bibliografía, Combatiendo Fantasmas es un libro cuya lectura es edificante. Sin embargo, no sería ético que vendiese un libro del cual no puedo garantizar la veracidad íntegra de los testimonios que contiene. Es por eso por lo que, a través de Ediciones Pingüino Verde, lo pongo a disposición de los interesados, completamente gratis. Basta con clicar este enlace.
“Amigo de Séneca, pero más amigo de la verdad”, dijo en una ocasión Platón. Me adhiero plenamente a esta opinión. Sirvan estas líneas para dar (buena) fe de las erratas de mi libro.