Al hurgar en la profundidad de la teoría política y del constitucionalismo, nos damos cuenta el porqué la democracia dominicana es una democracia imperfecta (Consultar Informe sobre el Índice Democrático (2018), elaborado por The Economist Intelligence Unit EIU). Es que aquí, como en otros países, no funciona la separación de los poderes, por lo tanto, la democracia tiene un grave déficit institucional que de manera recurrente amenaza la estabilidad política y económica. El politólogo Dieter Nohlen, califica a los parlamentos (Congresos) que abandonan su función,como parlamentos de papel. Las características son: la sumisión, la subsunción, la interpelación clientelar, la cooptación corporativa, el rentismo, el clientelismo por parte de otros poderes del Estado, como es el caso de la República Dominicana.  (Nohlen Dieter y H. Filgueira Carlos llaman "Los parlamentos de papel en el caso español". Revista de Ciencias Políticas, 1994, España.)

El congreso dominicano incumple su rol constitucional (Art.92) en materia de fiscalización, elaboración normativa, creativa y de transparencia. Puede ser tipificado como congreso de papel, debido a que no quiere incomodar al Poder Ejecutivo.  El mandato de control expresado en el artículo 93, (ordinal c), sobre los actos administrativos de los funcionarios y la ejecución presupuestaria; no son observados por los Poderes Públicos.

El congreso no ejerce supervisión sobre las políticas públicas que implementa el gobierno, conforme lo dispone el artículo 93, ordinal f.  Pero mucho menos se cumple con la disposición del artículo 95, uno de los más importantes porque versa sobre las interpelaciones.

La interpelación procura la fiscalización dela marcha institucional del Estado, para corregir o no, lo erróneo de la política que se aplique en un momento concreto.Por ejemplo, al congreso no le interesa el nivel de endeudamiento de la economía dominicana y su sostenibilidad. Las autoridades responsables del Estado en materia de política económica no son invitados al congreso y muchos menos otros agentes económicos y la Sociedad Civil. Es una democracia excluyente no incluyente.

A la infuncionabilidad congresional en materia de control, supervisión, formulación e interpelación, se une a la situación pendiente de aprobación del Código Procesal Civil y la solución final del Código Procesal Penal; por lo tanto, su función legislativa es también deficitaria y carenciada sobre la sustanciación de sus legislaciones.

Sin embargo, allí donde funciona el Congreso, el ejecutivo, siente el contrapeso del poder congresional, un ejemplo muy reciente ilustra esta afirmación: El presidente Trump  decretó una emergencia nacional  para desviar fondos federales para construir un muro en la frontera con México. Se trata de una medida extraordinaria que se justifica por razones de urgencia. Trump dijo que había una “crisis de seguridad nacional”.

El congreso de EE. UU. rechazó la propuesta en la Cámara alta, de mayoría republicana, ellos consideraron lo siguiente:  Que era un peligroso precedente al que podrían recurrir futuros presidentes demócratas, en asuntos como el cambio climático, para burlar la división de poderes, principio que lleva a la Constitución a entregar al Poder Legislativo la competencia de aprobar los gastos.Invocando la separación de los poderes y lo erróneo de crear un precedente constitucional que lleve al Poder Ejecutivo, a la autorización de gastos no presupuestado y autorizado por el congreso.

El nuestro país la construcción de una democracia defectuosa, nos coloca en un tránsito democrático, y constitucional.Es muy simple, o avanzamos en la construcción institucional o retrocedemos hasta convertirnos en una democracia cesariana, carente de sentido democrático y donde el Estado Social Democrático y de Derecho, vuelve a ser el decálogo insulso de pretensiones filosóficas sobre derechos fundamentales, como fue  la constitución de 1966.

El peligro no solo consiste, en una nueva reforma que nos lleva a más de los mismos, sino que, al eliminar las 21 palabras del transitorio, que impide la reelección, se concretice la reelección presidencial, lo más grave sería el silencio constitucional, donde un posible nuevo texto, no haga ninguna referencia a la forma de elección presidencial. Entonces este puede reelegirse de manera indefinida.

El cesarianismo político se expresa en esta coyuntura de la historia, en desconocimiento de nuestra historia política, al pretender modificar la constitución para reelegirse desde el poder, anulando el sentimiento constitucional, el principio democrático,la construcción social, económico y política, tratando de imposibilitar la movilidad de élites y la alternabilidad democrática, hay que tener cuidado con la estrechez de mira y la visión cortoplacista. Es necesario que las elites repasen, la obra del politólogo Yascha Mounk, The People vs. Democracy (El pueblo contra la democracia,2018), que aquí puede ser readaptado como el Congreso contra la democracia.  Es evidente que podríamos estar frente a un epitafio democrático, al mejor estilo   de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, How Democracies Die (Cómo mueren las democracias, EEUUU, 2018).

Lo más grave es que la configuración política y geopolítica, en este momento, es lo que más se parece, a las dos décadas iniciales de los siglos XX y XXI, contradicciones marcadas en el Caribe Imperial, disputa Rusia-China-EE. UU en Venezuela.  La inviabilidad de Haití y la latente crisis humanitaria. El nuevo eje empresarial Punta Cana- Tiananmén y la «nueva imagen internacional» que nos construyen.

Ayer, cuando Horacio Vásquez prolongó su período constitucional, no fue él quien gobernó. Hoy-como decía Martí-: ¡Cuidado con el norte, a veces se torna brutal y   revuelto!