De ahí, que este sujeto tampoco se ha de colocar en el discurso sobre el “homo digitalalis” de Chul Han (2014:28), que lo reduce a una dimensión virtual, a una cibervida que vive exponiéndose, en busca de permanente atención, al margen de lo social, de los espacios y el ciberespacio.

Chul Han no comprende que el sujeto cibernético es complejo, vive entretejido de espacio y ciberespacio, de lo real y virtual, por eso no se le puede abordar desde una teoría de individuo, ya que como sujeto el entra en actividad social múltiple y contradictoria.

Su énfasis sobre este hombre digital, en cuanto no actúa y tan solo “teclea”, forma parte de un discurso cibernético que no trasciende las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), y que por consiguiente, se queda en el orden del discurso del poder digital que rechaza la construcción del ciberespacio (por los sujetos cibernéticos) y su implicación (Reig & Vilchez, 2013) de las Tecnologías para el Empoderamiento y la Participación (TEP) en la que parte de estos sujetos participan de nueva forma de hacer política (que es la ciberpolítica),donde están implicadas las redes sociales y sus diversas maneras de manifestaciones en el ciberespacio (hacktivismo, linchamientos cibernéticos de justicia social), combinadas con acciones de espacios físicos.

El sujeto cibernético se define y redefine, de acuerdo a su discurso, en los entramados de las relaciones de poder digital. Esta relación va desde el sujeto consumidor de las TIC ( conjunto de herramientas digitales: Tabletas, celulares inteligentes, programas y flujos de información), hasta el sujeto conocedor de las Tecnología para el Aprendizaje y el Conocimiento (TAC), que son para los sujetos cibernéticos, como: intelectuales, profesionales, académicos y para el sujeto cibernético que participa en la ciberpolítica, la ciberdemocracia (las TEP) y su articulación con el poder social y cibernético (Merejo, 2017).

No se puede seguir pensando el hombre de hoy sobre la base de una cultura humanística, al margen de la cibercultura, del sujeto cibernético y su relación con los demás entramados sociales del cibermundo. Hay que repensar, de manera crítica, la cultura humanista de visión letrada y educada, forjadora del hombre racional, contenedor de pasiones irracionales y formación intelectual. En ese aspecto, cabe ir un poco por la línea que aborda Sloterdijk en su texto Normas para el parque humano(2006) con relación a lo tecnológico, lo social y cultural.

A pesar de que Sloterdijk, en su discurso simplifica al sujeto cibernético a una teoría antropotecnológica cimentada en la biotecnología, domesticación y cría de seres humanos, va más allá de la unidad epistémica de sujeto-objeto y plantea una red de relaciones múltiples con su entorno, implicando al hombre, al mundo tecnológico, al animal y vegetal.

Su afirmación sobre los efectos de la tecnología cibernética, en estos tiempos, abre nueva perspectiva crítica y posthumanística, porque en las (…) “últimas revoluciones de las redes informáticas, en las sociedades actuales, la coexistencia humana se ha instaurado sobre fundamentos nuevos. Estos son, como se puede demostrar sin dificultad, decididamente post-literarios, post-epistolográficos, y en consecuencia post-humanísticos”. (Ibíd., 28).

Es en una teoría del sujeto cibernético articulada a los entramados de las redes de poder digital y cibermundial que podemos aproximarnos a un pensamiento sobre el accionar del hombre y de cómo este se va moldeando en las distintas modalidades de ser sujeto.

*Ver este trabajo en sentido original y referencias en “Eusko Ikaskuntza – Sociedad de Estudios Vascos.Entidad científico-cultural:  http://www.euskonews.com/ug/urteko/2017/andres-merejo