Ayer, miércoles 5 de Julio, participé en un coloquio sobre los roles de la Filosofía, en la Librería Mamey de la ciudad de Santo Domingo.
Quiero compartir con mis lectores dos temas básicos que abordé en la actividad y que nunca es redundante subrayar: la Filosofía como actividad crítica y su vínculo con la construcción de una sociedad plural.
La Filosofía es un actividad que cuestiona los fundamentos de nuestras creencias y acciones. Heredamos de nuestra herencia cultural una forma de ver el mundo que implica una noción de la verdad, de lo real, de la justicia y de cómo debemos actuar en una determinada situación.
Usualmente, estas ideas son el producto de una ideología, tradición religiosa o cosmovisión constituida en un pasado lejano, ajena a los cambios inevitables que conforman el presente. No cuestionarlas puede llevarnos a vivir en función de relatos o modelos explicativos que dieron sentido a una comunidad ya inexistente y que no puede dar respuestas a los problemas de nuestro tiempo.
Si queremos confrontarlos, debemos someter a análisis las formas de vida que hemos heredado de nuestros antepasados. Hacerlo es el móvil de nuestro desarrollo como civilización.
Por otra parte, si aspiramos a vivir en una sociedad plural, debemos recordar que el núcleo de la misma es el diálogo y la apertura hacia la diversidad de perspectivas que pueden asumirse en torno al mundo. El ejercicio de la Filosofía desempeña aquí un rol capital, porque ella consiste precisamente en fomentar la discusión racional sobre los asuntos fundamentales de nuestras vidas, lo que incluye nuestras elecciones morales y políticas.
Esto se hace cada vez más urgente en un mundo donde la sofisticación tecnológica posibilita formas insospechadas de manipulación ideológica y requerimos de consensos razonables que trasciendan la diversidad de perspectivas ideológicas y culturales intrínsicas a nuestras modernas sociedades democráticas.