La carrera de crear carnavales a veces donde no hay tradición, ha creado ciertas dificultades en el sentido de que no siempre se lograr los propósitos iniciales y se genera una indefinición de iconos de referencia que dificultan su identidad.
En tal situación, crea preocupación la manera cómo se montan carnavales, cuáles procedimientos se emplean para armar la propuesta y poner en valor, primeramente en la comunidad y luego venderlo como carnaval local. La idea de por sí no es descabellada, si hay razones para eso, bienvenido, pero no siempre se alcanza la meta y muchos carnavales se quedan en la intención y en otros casos, reproducen carnavales vecinos o de gran influencia, facilitando el montaje de la propuesta, sin embargo, desdice de su autenticidad, para evitar la imitación y el plagio que empobrece el carnaval y anula las iniciativas de la gente. Y su creatividad.
Sin embargo, es menester iniciar en todo caso, un proceso de investigación que permita un levantamiento cultural de los componentes fundamentales de la cultura local: tradición oral, leyendas, creencias, gastronomía, música, bailes, personajes folklóricos, cantos, prácticas religiosas, mitos y otras manifestaciones más de la cultura, que incluye por igual características distintivas de la comunidad que la hace particular y propia.
El carnaval local de una comunidad, no puede ser declarado por decreto de sus instituciones, por antojo o percepción empírica de uno o más gestores, por vocación espontanea de sus portadores o simplemente, por iniciativas de sectores comerciales, políticos o culturales.
El carnaval de una comunidad, debe ser la resultante de un proceso de búsqueda y encuentro con sus raíces de sus gentes, el reconocimiento de los valores distintos de su cultura y la necesidad d recuperar de la memoria social, su pasado cultural, social e histórico.
Si el camino recorrido es ese, auguramos buenos resultados, primeramente, surgirá con sus íconos propis, sus identidades particulares, contara una historia comunitaria, con personajes,, trajes, caretas y otros componentes de su parafernalia, que lo distinga y lo diferencia a la vez, siendo estos sus iconos referenciales.
Lo contrario facilita el carnaval o su estructura en una comunidad, pero sin el esfuerzo de la investigación, la búsqueda que produzca un encuentro con sus expresiones culturales y permita ofertar una propuesta original, autentica y con valor identitario que de la investigación se desprende sus trajes representativos, su careta especial, y demás elementos. Igualmente las formas culturales comunitarias serían una muestra de sus identidades locales y los personajes se dignificarían en la medida que el imaginario popular lo asume como punto de memoria social e identidad al mismo tiempo.
De lo que hablamos no es de tener un carnaval, si no de las razones que lo justifican apoyados en la memoria social de los pueblos, su historia y su cultura. Lo contrario, induce hacia una copia de formas culturales fuertes y acomoda el proceso, pero no obliga a ejercitar el talento, la inteligencia, la creatividad y la investigación de los carnavaleros, sus instituciones y sus gestores. Que alegría nos produce el encuentro con un grupo carnavalero auténtico, original y resultado de su entorno social, cultural, histórico y medioambiental.
Casos ya han sentado precedentes como lo fue el carnaval de San Juan de la Maguana, que ante el dilema de impulsar su carnaval. Sintiendo que no aportaban nada diferente al su vecinos, que faltaba originalidad y signos identitarios, hicieron un alto en el camino, se dedicaron a investigar la historia y la cultura de sus comunidades, esto arrojó un resultado enriquecedor, transformando dicho carnaval en uno de los de mayor desarrollo, impresionante en sus aportes de figuras gigantes, leyendas y tradiciones locales como parte del constructo iconográfico del mismo y reformulando la relación entre carnaval e investigación,.
Teniéndose como buenas prácticas carnavalescas, el de San Juan de la Maguana, se ha colocado entre los más reconocidos en la búsqueda de su identidad, independientemente de que no sea destino obligado de autobuses, turistas y visitantes los fines de semana para apoyar tan ingeniosa revolución carnavalero, sin embargo, la comercialización, que no deja de ser importante, no es lo determinante. Para gestores y comunitarios, la propuesta es investigación y carnaval y después hablamos.