No hay mayor barbarie que someter a una criatura inocente e indefensa a la tortura de las peores formas de trabajo infantil. Sin embargo, precisamente eso seguimos haciendo a nuestros niños en pleno siglo XXI en muchas economías en eternas “vías de desarrollo”.

A pesar del continuado empeño de organismos internacionales y algunas agencias del gobierno e instituciones de la sociedad civil, los índices de disminución de las peores formas de trabajo infantil se han estancado en nuestro país, después de modestos  avances en el pasado. Preocupa sobremanera que la silente tortura del trabajo infantil  no alarme a la sociedad ni provoque  la acción decidida de sus líderes para poner fin al escarnio a la humanidad que fuera elocuentemente denunciado por Charles Dickens en la Inglaterra del siglo XIX. Seguimos indiferentes y pasivos ante el abuso que significa explotar sexualmente a adolescentes, poner a niños descalzos a trabajar sembrando  en arrozales y fumigar hortalizas con químicos nocivos sin protección alguna, y obligar a jóvenes a bucear en basurales para ganar unos chelitos- tres de las peores formas de trabajo infantil aún muy extendidas en nuestro país. A las espantosas formas tradicionales de la explotación infantil criolla se suma el restavek -una forma de esclavitud infantil muy extendida en Haití y que ha cruzado la frontera y se ha extendido con la creciente presencia  haitiana en  nuestro territorio.

Las peores formas de trabajo infantil afectan de manera traumática la salud física y emocional de sus tiernas víctimas. En adición, una de las más graves y duraderas consecuencias del trabajo infantil- y sobre todo sus peores formas- es que prácticamente condena al explotado  al círculo vicioso de la pobreza y la marginación, cercenando a destiempo sus oportunidades de aprendizaje en la escuela. La exclusión o expulsión de los niños del sistema educativo -por cualquier motivo-  a su vez  fomenta la explotación laboral infantil, cerrando el círculo vicioso de marginación y pobreza hereditaria.

En sus “Conclusiones sobre las peores formas de trabajo infantil, 2014”, el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos de nuevo califica como “mínimo” el avance dominicano en la erradicación de este pecado capital, atribuyendo el estancamiento en gran medida a la incorrecta interpretación por algunos funcionarios escolares  de las reglamentaciones respecto al derecho absoluto a la  educación de toda la población en edad escolar:

Sin embargo, los niños en la República Dominicana participan en las peores formas de trabajo infantil, incluso la agricultura y la explotación sexual comercial a veces como resultado de la trata de personas. Debido a las malas interpretaciones y a la deficiente aplicación de las leyes y normas dominicanas respecto al derecho a la educación, los funcionarios escolares no permiten que algunos niños, en especial los de ascendencia haitiana, se matriculen para recibir educación primaria y secundaria sin certificados de nacimiento u otros documentos de identidad. Estas disposiciones aplicadas incorrectamente impiden que los niños sin derecho a documentos dominicanos, o sin posibilidades de obtener documentos del país de su nacionalidad, se matriculen en la escuela o terminen sus estudios, o los desaniman para que lo hagan. Además, las dificultades en la aplicación de una ley de naturalización aprobada en mayo de 2014 han entorpecido la adquisición de documentos de identidad haitianos y dominicanos según esa ley, lo cual dificulta más la tarea que tienen los inspectores de trabajo y los empleadores de verificar las edades de los niños trabajadores afectados.*

Mientras sigamos recibiendo informes como el citado sin ruborizarnos (de hecho localmente solo acento.com  ha comentado la publicación en un artículo del 13 de octubre 2015**), es poco probable que avancemos a paso acelerado en la urgente tarea de eliminar el trabajo infantil. Las metas de erradicar las peores formas en 2016 y todo el trabajo infantil en 2020 son en República Dominicana quimeras en vista de los mínimos avances de los últimos años. De hecho, el 27% de los infantes de 15 a 17 años trabaja y estudia a la vez, y un 33% no asiste a la escuela, según los resultados de la más reciente encuesta ENHOGAR, de la Oficina Nacional de Estadística; y el 13% de los niños y niñas dominicanos de 5 a 17 años de edad se dedica a algún tipo de trabajo.***

Es hora de escandalizarnos por la triste situación de nuestros niños y adolescentes, dejando de ser indiferentes ante la tragedia de las peores formas del trabajo infantil, para trabajar enérgicamente y sin cesar hasta la erradicación total de la explotación inmisericorde del trabajo de la población en edad escolar.

*http://www.dol.gov/ilab/reports/childlabor/findings/2014TDA/dominicanrepublictrans.pdf

http://www.dol.gov/ilab/reports/child-labor/dom_republic.htm

** http://acento.com.do/2015/actualidad/8291019-rd-avanza-poco-en-la-eliminacion-de-las-peores-formas-del-trabajo-infantil/

*** http://acento.com.do/2015/economia/8263353-trabajo-infantil-arropa-al-13-de-los-ninos-dominicanos-de-5-a-17-anos/