La iniciativa fue de Soledad Álvarez y José Mármol, quienes entonces orientaban una tertulia en el Centro Cultural Hispánico, presidida por Pedro Vergés, escritor y diplomático.
El tema: xenofobia y racismo.
Aconteció a principios de enero del 1993. El año anterior se habían celebrado los 500 años del Descubrimiento o Encuentro. La muerte violenta de dos dominicanos en el exterior –uno en Nueva York y la otra en Madrid- había puesto en discusión el tema de la “otredades” que significaba la migración. En Berlín, ciudad a la que me había mudado en 1990, las fracturas neo-nazis estaban a la orden del día.
Los invitados fuimos Rubén Silié y yo. Me sentía bastante raro porque no sólo había sido estudiante y asistente de Silié, sino porque lo más correcto hubiese sido dejarlo hablar a él solo, por las tantas cosas que tenía que decir. Pero en fin: encontramos ideas, del público emergió otro profesor mío, Wilfredo Lozano, de manera que la fiesta de las ideas estaba armada.
Ahora que encuentro el recorte del periódico con el reportaje de Fausto Rosario Adames, me digo que no ha pasado tanta agua, que estamos casi en lo mismo que hace 21 años, que sólo estamos repitiendo la importancia de educar en torno a la tolerancia, la aceptación de las diferencias y la posibilidad de un mundo con todos y para todos.
Los dejo con esta sustanciosa crónica.
La tertulia del Centro Cultural Hispánico
Una radiografía a casos xenofobia y dominicanidad
Por Fausto Rosario Adames
EL SIGLO
Miércoles 20 de enero de 1993
La tertulia del Centro Cultural Hispánico, que en su última sesión discutió el tema del dominicano frente a la xenofobia, ofreció una aproximación a los presentes del estado embrionario en que se encuentra la discusión sobre la dominicanidad.
Rubén Silié y Miguel D. Mena, sociólogos y expositores principales en el encuentro, coincidieron en afirmar que los acontecimientos violentos en Estados Unidos y España, donde los inmigrantes criollos han sido víctimas, obligan a los dominicanos a mirarse en el espejo de los discriminados y a plantearse la nacionalidad como preocupación.
Para Silié hay que redefinir la dominicanidad, porque hasta el momento ésta ha sido definida en función de matices trujillistas. “La dominicanidad todavía es un poco el trujillismo, dijo. Pareciera como si el dominicano que está en EE. UU., no fuera dominicano. Los símbolos han quedado paralizados. Somos otra cosa, somos otros dominicanos, que quizás tenemos menos que ver con los dominicanos de hace 30 años que con los dominicanos de esta época”.
En la modificación que se va produciendo de la dominicanidad, según Silié, ha influido enormemente la comunicación, que ha puesto al país en contacto con la dinámica mundial y que “define otro ser distinto al dominicano clásico y patriótico”.
Combatir las conductas racistas no es una tarea individual ni de buena voluntad, dijo Rubén Silié, debido a que en primer lugar es una tarea de orden político de la sociedad dominicana.
Miguel D. Mena, residente en Alemania donde estudia un doctorado en sociología, consideró que la novedad de los años 90, y lo que hace la diferencia entre los dominicanos, es que al fin la dominicanidad se está zafando del sentido de lo insular, es decir, “nos estamos liberando de que el mundo depende de la ínsula y del sentido pesimista de la vida. Eso me da la idea de que al fin nos estamos integrando dentro de un concepto mayor”.
Tertulia y curriculum
La tertulia, en su edición número ocho, se inició con la introducción del tema por José Mármol y Soledad Álvarez. El patio del Centro Cultural Hispánico albergó la noche del lunes a una parte de la intelectualidad dominicana, y dentro de ella, una lista innumerable de jóvenes poetas.
“La inmigración ha generado en los países receptores una suerte de temor, que es la manera más eufemística de definir la xenofobia, una suerte de temor al otro, cuanto en realidad no es más que un temor a sí mismo. Europa está temiendo a sí misma de nuevo, pero también nosotros aquí parece que estamos temiéndonos a nosotros mismos con un comportamiento hasta cierto punto xenofóbico con relación a la población haitiana presente en el país”.
José Mármol lanzó el desafío teófico inicial, aunque a modo de introducción, y de inmediato lo consolidó con unos “versos”, muy añejos, sobre la solidaridad escritos por Bertold Brecht.
Cuando el primer expositor comenzaba sus reflexiones, ya Elvis Valoy, sociólogo, reclamaba la palabra frente a la posibilidad de que sólo hablaran “los curriculum”, una especie de personaje extraño, según él, que tiene muchos libros publicados y que aparece con frecuencia en los medios de comunicación.
“El curriculum”, según esa misma teoría, engendra mucho poder en la República Dominicana. Algunos “curriculum” parecían presidir las mesas en las que se encontraban junto a otros intelectuales y poeta menos “notables”.
Pedro Vergés, siempre con boina, parecía presidir la mesa de la moderación; Bernardo Vega, Wilfredo Lozano, Pedro Conde, Juan Lladó, Avelino Stanley, Pedro Catrain, Félix Francisco Ayuso y María Filomena González parecían otro tanto.
Racismo permisible
Miguel D. Mena, que tiene como referencia inmediata su vivencia en Alemania, comenzó su exposición diciendo que aunque el racismo no se ha elaborado como concepto y como teoría en la sociedad Alemana, ha sido allí donde más permisible se ha hecho el racismo.
Consideró que las manifestaciones racistas que hoy se producen en esa nación contra los refugiados de diversos países, tienen la suerte de lo incontrolable.
La aversión de muchos alemanes no es sólo contra el judaísmo, sino contra todo aquello que sea minoría y extraño, “contra todo aquello que no implique la clasicidad del hombre ario”, expuso el sociólogo y poeta de la generación de los 80.
Entiende que ante la desagregación que se produjo en Alemania, como consecuencia de la caída del socialismo, la violencia se ha convertido en un elemento cohesionador de grupos como los jóvenes.
“Ante ese estado de desagregación lo que más integra ahora a los jóvenes es el hecho de atacar con bombas y cocteles molotov a los asilados que se concentran en los antiguos cuarteles soviéticos”.
La violencia integra socialmente ahora a esos jóvenes, les da una sensación de participación. Es también parte de un juego, de un juego bastante trágico: Entre enero y julio del año 92 ha habido cuatro veces más violencia contra los extranjeros que en todo el año 91. La violencia se va convirtiendo en algo normal en Alemania”, informó D. Mena.
Xenofobia dominicana
Rubén Silié, después de considerar a D. Mena como “una verdadera promesa de la sociología alemana”, hizo una clasificación de las conductas racistas y xenofóbicas, apoyado en la teoría de Taguieff.
“Cuando hablamos de prejuicio racial estamos hablando de percibir, de una actitud, de un sentimiento, de una disposición, que puede generar afectos, generalmente rigidez verbal y opinión preconcebida que se manifiesta en hostilidad latente”, dijo.
En cambio, “cuando hablamos de discriminación estamos clasificando, separando, jerarquizando. Es un comportamiento de prácticas y actos que clasifican y excluyen y generan la satisfacción de intereses de grupos para garantizar la sobrevivencia como tales”, prosiguió.
Cuando se habla de racismo -siguió conceptualizado- estamos explicando y justificando, pero ideológicamente. Se trata de un sistema explícito de representaciones y evaluaciones. Este trata de legitimar los actos, y generalmente todo lo que es violencia se justifica por fuerza o como algo natural.
Consideró que los tres casos (prejuicio-discriminación-racismo) se dan de parte de la población dominicana frente a la población haitiana.
“Nosotros entendemos que lo que ocurre en República Dominicana no es el fenómeno europeo, pero sí la actitud racista y discriminatoria frente al haitiano encuentra, en este contexto del relanzamiento de esa práctica en Europa, un cierto aliento, sobretodo en algunos planteamientos autoritarios que se disfrazan de liberales, que tratan de reforzar esa práctica en República Dominicana para afianzar determinadas posiciones que generan o que permiten reforzar un nacionalismo fácil, irracional que se basa en el sentido de negar al otro”.
La xenofobia, precisó Silié, es espantarse frente a lo extranjero. Entiende que las prácticas racistas antihaitianas han sido tan profundas, “que lo dominicanos ni siquiera llegamos a darnos cuenta de que es una práctica racista”.
Consideró que con las muertes de Quico García, en Nueva York, y de Lucrecia Pérez, en España, los dominicanos han comenzado a verse en el espejo del segregado, del grupo que recibe el racismo. “Esos dos acontecimientos son muy importantes y van a jugar un papel determinado en la sociedad dominicana. La xenofobia que se ha desatado en el mundo va a ayudar a los dominicanos a tomar conciencia sobre sus propias convicciones racistas y xenófobas”.
Migración y xenofobia
Miguel D. Mena advirtió que el problema no es que se haya producido una ola de xenofobia, sino que ésta es una cuestión estructural, que está en el folcklore y en las tradiciones de las culturas europeas.
Pedro Vergés, escritor y director del Instituto Cultural Hispánico, dijo que la xenofobia dominicana no se ha manifestado sólo contra los haitianos, sino también contra los cocolos que se establecieron en el país, pero que se ha sentido menos porque poco a poco esa población ha ido desapareciendo como consecuencia de la integración.
“Más que analizar el fenómeno, debemos fortalecernos para la lucha que hay que establecer contra él. El debate quedaría incompleto si no sacamos conclusiones claras de qué es lo que hay que hacer para que ese brote xenofóbico no nos arrope”, propuso el intelectual.
Wilfredo Lozano advirtió a los expositores que no es correcto establecer una relación lineal entre grandes movimientos migratorios y explosiones xenofóbicas o racistas.
“La historia niega ese argumento -dijo-. La gran inmigración italiana hacia Argentina hizo a Argentina, y de alguna manera fue muy bien recibida. La inmigración española de los años 30 y 40 fue muy bien recibida aquí. La élite política de México recibió muy bien a la inmigración española post-guerra civil”, según el intelectual.
Sugirió discutir por qué las civilizaciones que funcionan como grandes paradigmas de orden y de democracia son precisamente las que resultan afectadas por las explosiones xenofóbicas más fuertes, como han sido los casos de Europa y Estados Unidos; y por qué es precisamente sólo en algunos momentos históricos en esas civilizaciones que ocurren las explosiones racistas.
“De existir la xenofobia como un elemento estructural congénito a la cultura europea, la explicación que tendríamos que buscar es por qué sólo a propósito de determinadas condiciones este elemento estructural adquiere el carácter de brote violento y no de otro momento” se cuestionó.
Rubén Silé aceptó que los inmigrantes construyeron a Argentina, señaló que en Estados Unidos los negros también construyeron a esa nación y son norteamericanos, pero son excluidos.
“Allí el negro juega un papel distinto al que jugó el italiano en Argentina. Por eso para mí el problema racial está colocado en el centro de la situación que estamos viviendo hoy.
Hay un discurso político que ideologiza el temor a ser desplazado por los inmigrantes. Se lleva a nivel de ideología para decir que esa gente nos va a quitar el patrimonio que nosotros tenemos políticamente. Y eso en Europa hoy se está planteando bajo esos términos, es un enfrentamiento político lo que se quiere”. Por la forma enfática de la pronunciación de sus palabras, Silié casi hacía referencia a la situación dominicana.
Prosiguió diciendo que “hay que tener cuidado con el prejuicio dominicano, porque nosotros somos racistas contra nosotros mismos. Está probado, y lo acaba de reiterar una encuesta de CIPAF, que más del 67 por ciento de las mujeres dominicanas se autopercibe como no negra. Hay un empeño en reiterar no ser negro. En República Dominicana el prejuicio con respecto al color es un hecho socialmente reconocido pero no aceptado”, concluyó.
Turismo y xenofobia
Juan Lladó estaba interesado en saber si en el país existe o no xenofobia contra los turistas.
Dijo que en 1992 el país recibió entre un millón 100 mil y un millón 200 mil turistas. Dijo que la ocupación hotelera permanente es de 30 a 40 mil turistas en temporada baja, y de 50 mil a 60 mil en temporada alta.
La población extranjera residente en el país, no haitiana ni en calidad de turistas, la estimó en 60 mil, de los cuales la mitad son de nacionalidad norteamericana.
Se mostró preocupado por la frecuencia de hechos violentos contra turistas, que incluyen asaltos y hasta crímenes.
“Eso es preocupante porque podría deteriorar el rasgo de la seguridad, que es muy importante en nuestra imagen turística. República Dominicana se considera uno de los destinos del caribe más seguros. En diversas encuestas se ha determinado que después del precio, el segundo factor más importante por el que los turista escogen a RD es la hospitalidad del dominicano hacia el extranjero”.
La inquietud de Lladó intentó responderla Hinya Peña, pero diciendo que el problema del mercado turístico influye, especialmente en Europa, en la distorsión de lo que somos los dominicanos.
“En Europa todavía no se sabe que es República Dominicana y no Santo Domingo que se llama este país. Hay que plantearse este como un tema importante. Se nos presenta como el paraíso de los homosexuales, el país de las mujeres fáciles”, dijo dejando hasta ahí su inconformidad.
El poeta, pintor y gnóstico Carlos Gómez Doorly puso fin a la intervención del público.
Dijo que siendo blanco reconocía que la civilización blanca ha sido la provocadora de las grandes guerras de la humanidad.
“En mi casa me enseñaron que yo era sangre azul -dijo- pero luego se demostró que no hay sangre azul, ni blanca, ni negra”.
Dijo, respondiendo a Miguel D. Mena, que el avasallamiento de los judíos se ha producido, a lo algo de la historia, porque “los judíos no son fáciles”.
La frase de la noche la pronunció el aludido, cuando casi con solemnidad dijo: “Yo espero que si Carlos Gómez Doorly llega al gobierno alguna vez, se pueda instalar el Santo Rosario en Familia como himno nacional dominicano”.