SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En “Por ella” cerca de cien jóvenes danzantes se entregaron a  lo afro, lo popular, lo hispánico y lo neoclásico, con condiciones de excelencia, en un n homenaje   a la memoria de ​ Nereyda Rodríguez, una maestra y folklorista transformó a la  Sala Máximo Avilés Blonda , donde se pudo  sentirla allí, sentada y disfrutando de su obra: la de haber enseñado a la juventud de sectores tan marginados en todo que casi no aparecen en los escenarios del "arte popular": provenir: María Auxiliadora, Guachupita, Villa Mella, Ensanche Capotillo, y Villa María, interpretando coreografías teatralizadas afro-caribeñas, populares y neoclásicas.

Lo visto, sentido y gozado en Por Ella, imprime una  perennidad  que nos deja a Nereyda Rodríguez, más viva que nunca. Su ser flotaba en cada uno de estos rostros infantiles, vibrantes del toque del palo y seducidos por el grito sonoro de las tumbas que replicaban dejando  viva su memoria y, de cierta forma, su vida.

Una enorme cantidad  público popular que acudió a mostrar y disfrutar de los frutos de la labor investigación, preservación y enseñanza de la danza popular, realizada por la fundadora del Teatro Popular Danzante, Nereyda Rodríguez.

La pieza “Por Ella” en estilo de danza Neoclásico tiene tal perfección que ha sido seleccionada para abrir el espectáculo de danza contemporánea Edanco 2013 el 25 de septiembre, junto a la delegación danzaria de Japón.

La coreografía fue responsabilidad de Alexander Duval y Senia Rodríguez, el vestuario es de Argentina Morillo, las luces de Ernesto López, los recursos audiovisuales de Oscar Grullón y la directora de ensayos de Gertrudis Castillo.

Por Ella, fue un  homenaje bailable montado por la Fundación del Teatro Popular Danzante, en Bellas Artes y con el cual probablemente se haya establecido un  record. No cabía un alma.

El espectáculo mostró viva la expresión de su trabajo con una calidad técnica depuradísima,  con la fortaleza en la formación, expresada ahora en los giros increíbles de estos bailes, en la acompasada y bien coreografiada masa de danzantes, brotados del suave erotismo que emana de sus contorsiones , todo aquello  inserto en el ser nacional por la incidencia de lo hispánico invasor, lo negro importado como mano esclava desde  Guinea  en África  y los ritmos subsecuentes producto de estas corrientes , desde el Carabiné hasta la Bachata, sin dejar el Machacó (con unos retumbes en madera acompasados que todavía se recuerdan por su precisión y  contundentes giros armónicos contra madera), el Pasapié y la Tumba.

Senia Rodríguez, hija de Nereyda, en un mensaje difundido en video en el marco de una producción bien pensada, resaltó los aportes cruciales de su madre al baile popular y dijo que donde quiera que se encuentre su alma, debía estar de fiesta con la realización de este sueño.

A la  espectacularidad y perfección de estos bailes en sus danzantes de mayor adiestramiento,  se sumó la gracia y  expresividad infantil de niños y niñas, quienes  mostraron lo que es capaz de  lograr la enseñanza de un arte tan visual y expresivo como el baile.

Por ella resumió con belleza danzaria, la importancia de Rodríguez en su propósito de rescate, puesta en valor y divulgación de todos los ritmos que moldean el baile folklórico dominicano, desde la influencia española hasta la vibrante y ronca voz de los tambores llegados de África con la esclavitud que aun avergüenza, al tono de cuerpos que, casi desnudos, emocionaron a un público, sobre todo cuando se hizo la bachata de Anthony Santos  Creíste, en una ejecución sencillamente extraordinaria.

Por Ella fue una  multitudinaria manera de agradecer a quien, al ver esto desde algún rincón elevado y dulce de las eternidades, deja una huella que ha seguido dando pasos firmes y una semilla que fructifica, tal cual ella lo habría deseado y por lo que trabajó muchas veces sin tener asegurada la comida de su casa asegurada, dependiente de subvenciones que se reducían o no llegaban, de donantes oportunos o de la providencia que utilizaba cualquier forma para hacer llegar lo necesario de modo que la labor de educación en arte nacional, no se detuviera nunca.

La calidad y la emotividad del acto de homenaje se destacó por la alegría con que se recordó la obra de la profesora Nereyda Rodríguez, los testimonios de quienes la trataron y apoyaron, pero introducidos estos segmentos con delicadeza, sin el obsesivo mortuorio que caracteriza los actos en memoria de quien ya no está.