En aquellos tiempos de vivo terror la opacidad era absoluta. Nadie se atrevía. El temor era el más fiel compañero de una población sometida psíquica y físicamente. Todos eran pasto de la misma pradera en donde solo campeaba el semental destinado, y sus insaciables descendientes y otros relacionados por la sangre. El ciudadano común, empresarios, empleados estatales, congresistas y funcionarios, todos, pendían de un hilo muy débil. La condición social y de libertad plena era patrimonio incluido dentro de las dimensiones totalitarias del verraco omnímodo. La mujer de cualquiera, especialmente de funcionarios y congresistas, sean estas hijas adolescentes o esposas, también les pertenecían de acuerdo a su antojo.
Los medios de comunicación se complacían al servicio del Jefe. En ése entonces existía una sola televisora oficial, y una que otras estaciones de radio se escuchaban y apenas dos periódicos circulaban: “El Caribe y La Nación”. Estos medios enardecidos se destinaban unos y otros para la propaganda inacabable y grandilocuente, a exaltar las divinas cualidades del macho prodigioso, dueño y señor de vidas y villas.
La homosexualidad era yerro y a ninguno de estos se les permitía el pavoneo desenfadado de su particular categoría en perfil notorio. Pero había una excepción. Y así fue que por la llamada “Voz Dominicana”, televisora oficial, un disimulado gay de reconocida solvencia trujillista y aceptación pública casi obligada dentro y fuera de los corrillos permitidos durante la era del Jefe, cada tarde de Lunes a Viernes en un estilo burlón y grotescamente cínico, anunciaba a los servicios de seguridad del estado trujillista, aquellos ciudadanos y funcionarios del régimen que por alguna razón no se les veía adulando con rendimiento “patriótico” al soberano Jefe Trujillo. Al sujeto de los desaciertos se le conocía como “Don Paco Escribano”.
De igual modo y de lunes a viernes el vespertino “La Nación”, incluía una columna de panteón en donde se crucificaba de igual manera a los que caían en desgracia por cualquier cosa. El titulo de esta crónica ordinaria se titulaba” “El Foro Público”. Estas habituales notas periodísticas tenían en sus escribientes más incondicionales y envilecidos, a los infames de la fecha ya en condición de rastreros totalizados.
La delación tras la adulonería más degradante y asalariada, la intriga deshumanizada y el rendimiento pleno a la más baja condición humana, se destilaba en esta columna periodística de la ocasión. Muchos perdieron su libertad, bienes y vida al ser vilipendiados cobardemente en estas crónicas periodísticas y a través del programa radial de la “Voz Dominicana”.
En dominicana, hasta llegar a un inconcebible espacio atormentado, esta condición de terror todavía permanece. Los testaferros del recuerdo trujillista en abierta actividad de chivataje y auspiciados por los actores funestos del espectro político de la peor calaña, y que son los mismos que han robado, corrompido y aun permanecen conectados a todas las formas conocidas de la criminalidad y delincuencia, cubiertos desde la administración del Estado aun mas, tras reciente discurso a la nación por el actual presidente, Danilo Medina. Estos continúan enfurecidos y ahora más impunemente resguardados por las actuales autoridades, permanecen manifestándose a través de los suplantadores que ostentan incluso, condición de funcionarios y embajadores.
Por un tiempo que nunca termina están rememorando el trujillato, principalmente los Castillos, Vincho e hijos, así como los Medina, Cesar y su hijo Oscar. Los mismos que se han constituido en los “Paco Escribano y Foro Público” de la actualidad. Estos infames han desatado una campaña de chivataje y maledicencia peligrosa en contra de jóvenes de alta valía, pretendiendo desnaturalizar su empeño social en contra de los corruptos. Y es obvio que hasta de ser posible quisieran conseguir que le eliminen físicamente.
El mas insolente, peligroso y vil de todos lo es el periodista-Embajador embotellado en España, Cesar Medina. El “Listín Diario” es la sangradura. Por su lado, “Color Visión”, es el canal.
¿Permitirá lo poco que le queda de vergüenza y valentía a la nación dominicana funcionando en digna representación a través de la sociedad civil que tales envilecidos continúen su labor destructiva?