En los próximos días y semanas varias instituciones de las llamadas Altas Cortes serán sometidas a proceso de renovación. Y las próximas son la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral, el Tribunal Constitucional, y La Defensoría del Pueblo.

Con excepción de la Junta Central Electoral, se trata de instituciones nuevas, creadas en las últimas reformas constitucionales, especialmente la del 2010, para fortalecer el Estado Democrático y de Derechos, y añadir consistencia a la representación del ciudadano y la ciudadana en las instituciones públicas.

Valoramos los aires de cambios y la amplia presencia de candidatos y candidatas para algunas de estas instancias, como es el caso de la Junta Central Electoral, y en los últimos días la Defensoría del Pueblo. Y a esta última instancia quisiéramos referirnos en este comentario.

Fue creada para fortalecer los derechos de los ciudadanos. Varios países tienen esta figura para garantizar la incidencia de un ente constitucional ante los organismos de representación del Estado, que están apoyados por un fuerte presidencialismo. La Defensoría del Pueblo es un órgano de poder popular, y afianzado en las demandas más sentidas de la sociedad.

Allí se requiere un cambio sustancial entre lo que hemos tenido y lo que necesitamos tener. Esa es la razón por la que nos adherimos a propuestas de fortalecer la capacidad, la calidad, la consistencia, el poder de representación y de presión de La Defensoría del Pueblo. Muchas personas podrían hacer este trabajo, y mejorar sustancialmente los pocos avances que hemos tenido. Mujeres y hombres con capacidad para defender los derechos de los ciudadanos y ciudadanas y desempeñar esta función las hay por todo el país. A nosotros nos consta que la candidatura de María Teresa Cabrera es una de las propuestas más consistentes y serias, y comprometidas con el fortalecimiento de ese órgano que hasta ahora se han presentado.

No es la única, ni pudiéramos pretender que lo fuera, pero ella tiene la capacidad, la solvencia moral, la visión, la agudeza, la honestidad, el compromiso y la voluntad para ocupar la posición y hacerse notar, respetar y devolver la capacidad y empuje que siempre debió tener este organismo de protección de los derechos ciudadanos.

Por lo pronto, animamos a María Teresa Cabrera a llevar adelante su candidatura, a presentar su historial de lucha en el movimiento juvenil y estudiantil de La Vega y la región del Cibao, en el magisterio regional del norte del país y luego en el magisterio nacional, y en Marcha Verde, en la que fue una de sus más destacadas dirigentes. Ante un compromiso como La Defensoría del Pueblo, María Teresa Cabrera tiene todas las condiciones para darle el vigor y la capacidad institucional y política que siempre debió asumir, porque esa fue la voluntad de la reforma constitucional que la creó. Adelante María Teresa Cabrera con esta propuesta, el país lo necesita y requiere de una persona con tus características y condiciones en esa posición.