Mediante la presente, estimado Reverendo Fidel Lorenzo, le agradezco y le felicito por su propuesta de leer en todas las iglesias afiliadas al CODUE las listas de los políticos que apoyan el aborto terapéutico y el matrimonio LGBT, a fin de que los evangélicos no voten por ellos. Con esta noble acción usted está atacando la raíz de los males de nuestro sufrido pueblo.

Gracias por no mandar a leer las listas de los corruptos, la de los machistas golpeadores, la de los depredadores sexuales, la de los prevaricadores, la de los lavadores de dinero y la de los narcotraficantes, entendemos que esas humildes almas no representan un peligro para la nación dominicana.

El peligro real, en cambio, lo representan los gays, lesbianas, bisexuales y trans que exigen del Estado (no de la iglesia) que sus uniones basadas en el compromiso sean regularizadas para los fines de ley. El problema real lo representan también aquellas mujeres pecadoras que no desean traer al mundo al fruto de una inocente violación sexual, a un feto incompatible con la vida o a aquellas que egoístamente desean vivir aunque de ello dependa terminar un santo embarazo.

Gracias por mantener viva la llama de la fe avasalladora en una sociedad que entiende que las creencias religiosas son personales y no deben ser impuestas a los demás.

Gracias por luchar contra las abortistas y los LGBT, ya que es bien sabido que de aprobarse el aborto y el matrimonio igualitario, las filas en las clínicas y en las oficialías civiles serían kilométricas esperando consumar tan indeseables pecados.

Tenemos que evitar que los santos varones cristianos caigan en el pecado de la sodomía, que inmediatamente corrompería sus cuerpos y corazones, ya que es bien sabido lo prestos que son nuestros fieles hermanos a caer en tan terrible tentación a la primera oportunidad.

Igualmente es importante evitar en las mujeres el impulso irrefrenable a abortar que todas tienen por naturaleza. Pues es más que obvia la influencia del maligno en el discurso feminista-satánico que invita a las mujeres a abortar y a hacerse lesbianas, para horror de nuestro señor Jesucristo.

Para finalizar, estimado reverendo Fidel Lorenzo, ya que estamos en ese santo ánimo de hacer cumplir a rajatabla la palabra de Dios contenida en la biblia, por encima del terrenal derecho que los ciudadanos tienen de pensar diferente a nosotros, propongamos, luego de las elecciones (con un congreso limpio de abortistas y LGBT) una modificación integral de las leyes para adaptarlas a los mandatos bíblicos. Es que no veo la hora de matar con una lluvia de merecidas pedradas a las adúlteras y fornicarios en la plaza pública, para ejemplo de una sociedad que se precia de tener una biblia en el escudo de la nación.

¡Fuerza reverendo!