Leí hace poco un artículo del “padre” del Big Bang: un sacerdote de la Iglesia Católica, que aplicando la teoría de Albert Einstein, postuló el famoso inicio del universo a partir de una masa superconcentrada en expansión. El Prebístero belga George Lemaitre fue un excelente físico y matemático, quién fuera llamado a Roma como “asesor” científico del mismísimo Papa Pacelli, mejor conocido como Pío XII. 

La historia está contada en el artículo de prensa que El País incluye para retocar la noticia de que «El Archivo de Albert Einstein llega a la RED» (Disponible en el siguiente enlace: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/19/actualidad/1332181514_720626.html) en ocasión de celebrarse el primer siglo de la Gran Teoría de la Relatividad. El artículo sobre Lemaitre y Einstein es el siguiente: «Un cura dio la “más bella explicación de la Creación”, según Einstein» (Disponible en el siguiente enlace: http://elpais.com/elpais/2015/10/01/ciencia/1443683295_903407.html ).

Dijo Lemaitre: "El científico cristiano tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus criaturas. Nunca se podrá reducir el Ser Supremo a una hipótesis científica. Por tanto, el científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su investigación no puede entrar en conflicto con su fe". Tras escuchar a Lemaître, el prudente Pío XII abandonó la idea de hacer del Big Bang un dogma de fe.

En la polémica dominicana encuentro dos ejemplos precisos donde se aplica el pensamiento lemaitriano: la polémica iniciada por Argelia Tejada, con mucha sensatez, y Guido Riggio, y la segunda es la mantenida por la punta del “iceberg”, Dr. Manuel Núñez.

Los primeros, mis amigos colegas de ACENTO.COM.DO, se han dedicado en sendos artículos al análisis de la serie de intervenciones del Papa Francisco en Estados Unidos, con “Respuesta a Francisco y a Lucas Adams” de Argelia Tejada (disponible en: http://acento.com.do/2015/opinion/8287242-repuesta-a-francisco-y-a-lucas-adams/) y “El papa Francisco en  América y sus 10 contradicciones y torpezas” de Guido Riggio (disponible en: http://acento.com.do/2015/opinion/8287248-el-papa-francisco-en-america-y-sus-10-contradicciones-y-torpezas/) .

En el primero el espíritu es analítico-crítico: señala los matices subyacentes que contradicen la historia de antimodernidad del catolicismo cuando quiere asumir los retos de la modernidad. El artificio de utilizar una pregunta metodológica de Lucas Adams lleva hacia la profundidad didáctica del profesor o, profesora, que es el caso.

En el segundo, mi compañero de estudios universitarios cae en la trampa del “ideologismo”, ya que marca la diferencia entre su posición y la del Papa. No parece entender que hay unos cuatro siglos de enfrentamientos entre la modernidad protestante y la antimodernidad católica: que sólo hasta el viaje a las Naciones Unidas en el que Paulo Sexto, el Papa Montini, reconoció el triunfo de la modernidad. Aunque hubo un reflujo en los papados posteriores de Juan Pablo II, el Papa Wojtila, y de Benedicto XVI, el Papa Ratzinger, Francisco sigue en ese encuentro con la modernidad.

Por su parte, en la entrevista extensa «Manuel Núñez: me defino como un intelectual comprometido con la continuidad histórica de RD» (disponible en: http://www.listindiario.com/la-republica/2015/09/26/389713/manuel-nunez-me-defino-como-un-intelectual-comprometido-con-la-continuidad-historica-de-rd) es dónde encuentro el uso más gratuito de la interacción de la ciencia y la fe, aunque en este caso no es la fe religiosa, sino la fe ideológica que nos hace tergiversar la “verdad” misma.

Pero el Padre Lemaitre no será capaz de resolver tal entuerto, porque llega a usar argumentos “ad persona” cuando acusa a Jean Price Mars de mitómano, que es un craso error de rigor epistémico. Si el mismísimo Presidente Trujillo publicó el libro de Price Mars y patrocinó la respuesta de Arturo Peña Battle, encuentro un “bache histórico”  muy lejano de la continuidad por él propiciada. ¿Por qué no recoger a Price Mars y su contradictor, Peña Battle, en sus argumentos y recomponerlos y no reducirlos a que existen intelectuales dominicanos que han “beatificado” a Price Mars y querer demostrarnos que él se convierte en “el ángel vengador” de esos vendepatrias?

Lo que pido es reconstruir este conflicto y que la continuemos luego del medio siglo que ha pasado, para quitar la escoria de la ideología y solventar el fantasma de Trujillo. Ser más fieles a la ciencia y a la fe, como señaló Lemaitre.