ESTOCOLMO, Suecia (EFE).- El historiador y secretario de la Academia Sueca, Peter Englund, defiende la independencia y la total libertad de la institución a la hora de escoger los candidatos al Nobel de Literatura y asevera que las propuestas que tienen más en cuenta son las que provienen de ganadores anteriores.
En un encuentro con periodistas españoles en su despacho de la Academia, Englund, además de hablar sobre su libro "La belleza y el dolor de la batalla" (Rocaeditorial), ha explicado el funcionamiento de la casa, fundada en el siglo XVIII, y ha mostrado varias de sus dependencias, como en la que se dirime el nombre del galardonado, con sus cristales blindados desde que la visitara Salman Rushdie.
El escritor recuerda que hay 18 académicos, que lo son hasta que fallecen, aunque hay dos que, por desavenencias con el proceder de la Academia hace tres décadas, no participan en las reuniones que se celebran cada jueves y acaban con una cena en el "Den Gyldene Freden", el restaurante más antiguo de Estocolmo, de caracoleadas escaleras y suelos de madera.
Englund afirma rotundo que son todas unas personas muy libres que apuntan en unos negros cuadernos sus consideraciones, al margen de presiones externas.
Comenta que las personas que pueden hacer propuestas cada año sobre posibles candidatos son catedráticos escandinavos de literatura, asociaciones de escritores de todo el mundo y antiguos premiados. "Y éstos nos hacen muchas", apostilla.
Precisamente, subraya que de las muchas ideas que se reciben "las que más se escuchan son las de los ganadores de ediciones anteriores".
Asimismo, aclara que muchas de las especulaciones que se hacen sobre la influencia ideológica a la hora de tomar una decisión son erróneas.
"Hace unos años -recuerda- se nos acusó de premiar sólo pensando en la izquierda, con autores como Doris Lessing o Harold Pinter, mientras que este año, con (Mario) Vargas Llosa, se nos acusa de ser de derechas".
Aunque, sí reconoce el historiador que de algún modo la parte política de cada escritor está en su obra y no obvia que de Jorge Luis Borges sí se tuvo en cuenta, para no entregarle el galardón, "que hubiera tenido ciertas simpatías con la junta militar argentina".
En aquel momento, prosigue, "eso fue un problema para los miembros de la Academia", aunque él asegura que, de haber estado, se hubiera mostrado favorable a otorgárselo.
Preguntado sobre si les pesa que se los considere, en parte, creadores del canon literario, Englund responde que no piensan en ello. "Pensamos en el escritor en sí, en su obra y en si ésta es sólida", asegura.
En cuanto a que en la Academia haya miembros de más de 90 años junto a otros de 50, señala que es una "riqueza" que personas de diferentes generaciones puedan ofrecer y contrastar sus experiencias y conocimientos e incluso que se generen "conflictos", muchos de ellos relacionados más con la lengua sueca que con el galardón.
Respecto al secreto que rodea al premio, Englund confirma que la llamada al ganador se hace desde su despacho una hora antes de que la noticia se dé a conocer al mundo
Por ello, ha habido ocasiones en que el premiado se ha enterado cuando ha llegado a su casa y la ha encontrado rodeada de periodistas, como ocurrió el año de Doris Lessing, que no pudo ser localizada porque estaba de compras.
Nacido en 1957, Englund fue elegido académico en 2002 y desde el día 1 de junio de 2009 es el secretario de la institución. "Soy como el director de una empresa medio-grande y anunciar el Nobel al mundo es una de las muchas cosas que hago, y no es, precisamente, la más importante".
"Me convencieron para aceptar el cargo con el argumento de que como no lo quería era un puesto que me iba bien", remata.
Historiador de carrera, escritor de éxito mundial y reportero en varios conflictos bélicos como los de Irak y Afganistán, Englund confiesa que en la década de los ochenta también trabajó para los servicios secretos del Ejército sueco, pero advierte, riendo, que era en una tarea rutinaria de oficina. EFE