Siempre me ha llamado la atención como las noticias referentes a nuestras universidades raras veces se refieren a la instrucción académica impartida dentro de ellas, casi como si no esperáramos resultados distintos, positivos. Soy de los que creo que tenemos que aumentar de forma substancial, el rigor académico de nuestras casas de estudio y demandar más de nuestros funcionarios relevantes. No obstante eso, hay problemas estructurales en el diseño organizacional de los procesos de toma de decisiones, específicamente en lo que concierne a educación superior. Por esta razón propongo que comencemos a buscar soluciones definitivas a estas deficiencias estructurales. Sugiero que comencemos con la reestructuración del ente regulador: el Consejo Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (CONESCT).
Posiblemente muchos no conocen el CONESCT; no juega un papel relevante en la política educativa universitaria dominicana. No obstante eso, debería constituir el principal órgano a cargo de la planificación del sistema, cuyas políticas deberían ser ejecutadas por la MESCyT. Lamentablemente, el actual Consejo no está diseñado para ser un ente independiente, ni mucho menos despolitizado.
Muchos se preguntarán, ¿y qué pasa con la MESCyT? La MESCyT debería responder al CONESCT. Ante la pregunta ¿quién debería exigir a la MESCyT un mejor desempeño de nuestras instituciones?, yo respondería el CONESCT. Es el CONESCT que debería estar presionando a la MESCyT para que busque soluciones ante la carencia de profesores calificados para instruir e investigar en nuestras instituciones académicas superiores. No menos importante, es el CONESCT que debería impulsar esfuerzos en pos de un proceso de acreditación universitaria creíble.
Por ley, el actual Consejo está dirigido por el Ministro de turno; sus demás integrantes son rectores de las tantas universidades que han abierto sus puertas en los últimos 30 años. Los conflictos de intereses que hoy existen dentro del Consejo no permitirían una transformación del sistema. Por el contrario, lo que necesitamos es un Consejo independiente del Ministerio y con un grado de especialización que permita una verdadera revolución académica dentro de las aulas de estudio. Esto sólo se logra conformando un grupo diverso de académicos, docentes o profesionales destacados en el sector educativo elegidos de una forma que garantice esa diversidad e independencia.
Los mismos podrían provenir y ser elegidos de la siguiente manera:
Académico(s) de reconocido prestigio propuestos por el Presidente de la República para ser ratificados en el Congreso.
Académico(s) designados por el grupo de rectores universitarios.
Académico(s) designados por los institutos profesionales y los centros de formación técnica.
Académico(s) representantes del Foro Socioeducativo y consecuentemente de la sociedad civil
Representante(s) de EDUCA como vocero del sector privado enfocado en educación
Sugiero además imponer un proceso de calificaciones mínimas para poder ser nominado o nombrado miembro de dicho Consejo, incluyendo acreditación académica a nivel de maestría o Ph. D., y/o amplia experiencia en el sector. Al ser este un Consejo de educación superior, entiendo que tenemos que empezar a estructurar nuestros organismos tomadores de decisiones con el nivel de especialización que queremos reproducir en nuestros centros de estudios. Esto permitiría iniciar con un Consejo verdaderamente renovado y sostenible hacia el futuro.
Sólo corrigiendo los problemas estructurales lograremos obtener una buena respuesta a la pregunta sobre el futuro de nuestro sistema universitario. Yo creo en la capacidad de cambio de nuestro sistema universitario. No obstante, el cambio requerirá pasos firmes y soluciones definitivas a las deficiencias estructurales.