Hace unos días, alguien me decía a manera de chanza: estamos en el gobierno electrónico. Toda la información que quieras está allí, a ley de un click. Otros me dijeron que no era cierto. Si quieres podemos espiar esos portales y te darás cuenta que la información es microscópica. Nada que hacerle. Esa información no siempre está en los portales.

Ocurre algo interesante con las redes sociales. Casi ya no se puede prescindir de ellas, aunque sea para un momento de ocio. Conozco mucha gente que de manera constante no pueden cerrar sus celulares. Es como si fueran a descubrir el tan ansiado número de la lotto. Aunque sea en un restaurant, no le prestan atención a los comensales invitados. Espían el último video de Tik Tok, o la última aparición de una amiga por Instagram. Viste a esta muchacha? Ha hecho un baile en Tik Tok!

En relación a las dependencias públicas, hay lugares donde sí hay información, otros no tanto. Alguien me dirá: se trata de información confidencial. Les encanta la palabra: secreto de Estado. Los hace sentir poderosos. Lo que sabemos más nadie lo sabe, parecen pensar. Esta información vale mucho dinero, dicen.

Como le dije a alguien, la información viene en todos los colores y en todas las tallas. Si te metes en la página web del Banco Central, allí encontrarás –como en otras dependencias–, un montón de información sobre el IPC, sobre el nivel de inflación, sobre las exportaciones y sobre el PIB. Alguien me dirá, con la copa en la mano: quién ha dicho que yo quiero esa información? Ah, bueno. Me decía: quiero saber –para cultura general–, cuánto cuesta un Ferrari? Googléalo y ya verás. Todo está en la web, dijo otro. Siempre andas detrás de esa marca.

Por cualquier tipo de razón, es como que la gente quiere saber el salario de algunos funcionarios del Estado. No hace muchos meses, fue todo un tema lo de la declaración jurada de bienes de los funcionarios públicos. La gente quería saber qué tanto tenían en sus cuentas. Quizás una casa de veraneo, o quizás una villa? Algunos tienen casas en Miami? Cuáles son las inversiones en bolsa?

En cualquier momento, uno se detiene y piensa en un video de unos artistas australianos, donde una princesa dice que le digan todo. Hay muchos que quieren conocer toda la información personal de los principales dirigentes públicos y privados. Algún funcionario podría sentirse invadido en su privacidad? Quién le dijo a quién que había que saber el vino que beben todos?, pregunta alguno. No solo el vino, sino todo, dice otro.

En otros portales del área gubernamental, no es tan profusa la información como pensarías desde el vamos. No se ha pensado que es útil. De qué le sirve a un ciudadano acceder a cierta información? de seguro pensaron los que diseñaron la página. Con lo que ha hecho el Banco Central, bastaría para saber algo de la economía del país, y ya eso es suficiente, sostiene de manera medalaganaria. No hay que fijarse en los datos, sino en las ejecutorias públicas, dicen otros. Alguna manifestación por twitter? Son pocos los funcionarios que utilizan esta red social que ha servido y servirá para hacer denuncias públicas en todas partes del mundo.

Como se ha dicho, es mucha la información que se solicita actualmente a estas dependencias. Por ahora, podríamos citar a cualquier Secretaría, donde la gente va en busca de información. Es de entender que una gran parte de esa información es burocrática, por esta razón no es valorada en su justa medida.

Otra información es sensible y no podemos decir que los incumbentes la escondan para que no se tenga conocimiento de la misma por razones de Estado o por simple privacidad de la gente. No vendemos información, nos diría ese embajador. El caso de Wikileaks es otro asunto. No tenemos toda la información requerida sobre asuntos sensibles. Haga una cita con la gente de Relaciones Públicas, es la respuesta.   

Por otro lado, en el aspecto personal resulta un problema: no a todo el mundo le gusta tuitear sus mensajes al mundo. Consideran que no están seguros de ser leídos. Esa persona piensa que no es Kim Kardashian o una celebridad espiada para que le miren todos sus tuits. Otro le dirá: por lo menos haz uno. Y lo intentará cualquier día de invierno, quizás ahora en Navidad.