Cada párrafo, perfectamente numerado, vale por y para sí mismo, como parte sucesiva de un artículo semanal que nunca dejo de leer, porque se fundamenta en elevados principios humanos y, consecuentemente, en un alto ejercicio ciudadano, critico, aleccionador, contribuyente a abolir toda inconducta social. Y uno tiene que preguntarse: ¿Cómo este hombre, desde el panfletismo juvenil antitrujillista de los años cincuenta, hasta este hoy cargado de oscurantismo, fatuidad e indecencia, ha podido sostener una conducta pública de principios únicos e irrenunciables? En fin, ¿cómo se puede ser tan Ramón Antonio “Negro” Veras en esta vida?