Presenciar el desdoroso espectáculo del Rector ¿Magnífico? de la UASD casi suplicándole al máximo tíguere de la otrora gloriosa Federación de Estudiantes Dominicanos (sujeto que está bajo trámite de medidas de coerción por tráfico de personas), para que suspenda un paro-chantaje, es sencillamente asqueante. Ver e ese Rector nada Magnífico poner de rodillas a la UASD ante un individuo sin méritos académicos ni ciudadanos de ninguna índole (pero en la nómina de empleado por ser “lider”), me reitera en la convicción de que la pérdida de valores en esta sociedad y su Estado ha llegado a lo extremo.