La proyección de Leonel Fernández de que el PLD gobernará hasta el año 2044 es, en el mejor de los casos, arriesgada. A pesar de la debacle del PRD en el 2004 y su división después de las elecciones de 2012, y de la fragmentación de toda la oposición en lo que va de este siglo, no hay ninguna razón para asumir que el PLD podría gobernar tanto tiempo. Pero parece que muchos peledeístas se han creído el cuento del 2044 y tendrán que despertar de sus sueños.

La otra expresión acuñada por Leonel Fernández es la fábrica de presidentes que supuestamente es el PLD. La idea es interesante, y de haberse consumado, se hubiese roto con el largo caudillismo dominicano. ¡Pero no! Hasta el momento solo hay dos presidentes peledeístas. Los mismos que se enfrentan hoy para continuar.

El factor crucial para que caiga un gobierno longevo, sea civil o militar, es el clivaje entre grupos de poder. Dado el tiempo que el PLD lleva gobernando, el régimen político dominicano ha devenido peledeísta. La oposición no tiene chance de triunfo a menos que ocurra un evento externo que lo facilite, como una crisis económica o una fractura del partido gobernante.

La división del PLD está en proceso y favorecerá el crecimiento de la oposición.

La discordia es tan grande, que ni el temor a perder el poder, tan aclamado por muchos como el factor que al final los une, parece tener el efecto unitario del pasado

Cada día que pasa es evidente que terminó la vieja regla que resultó tan útil al PLD: tomar decisiones por amplia mayoría en el comité político y no dirimir los conflictos públicamente. Desde hace cuatro años (1915), el danilismo y el leonelismo están públicamente enfrentados, aunque el conflicto viene desde antes.

La discordia es tan grande, que ni el temor a perder el poder, tan aclamado por muchos como el factor que al final los une, parece tener el efecto unitario del pasado. Están al borde del precipicio sin miedo al abismo.

Leonel Fernández apuesta a cerrar la posibilidad de una reforma constitucional que habilite a Danilo Medina asumiendo que, de lograr el bloqueo, será el heredero de la candidatura presidencial del PLD, y, consecuentemente, el ganador en el 2020.

Ambos supuestos son problemáticos: primero, Danilo Medina tiene la opción de aupar otro candidato, independientemente de que se produzca o no la reforma constitucional; y segundo, sin el apoyo masivo del Gobierno, difícilmente Leonel Fernández ganaría las elecciones.

Al utilizar la estrategia de bloqueo frente a Medina, Leonel Fernández se enfrenta a uno de estos dos escenarios, ambos adversos para él: una derrota interna manteniéndose en el PLD, o la salida del partido. Y mientras más beligerante se muestre el leonelismo, más probable es su salida del PLD.

Independientemente de que lo ocurra en los próximos días y semanas, ya el PLD ha sufrido una herida mortal en esta nueva temporada de la confrontación Leonel-Danilo.

Pero ojo: esta confrontación no es el único factor que debilita al PLD como opción de poder hacia el futuro.

A la confrontación partidaria hay que agregar los siguientes problemas: 1) los escándalos de corrupción, Odebrecht en particular por su dimensión internacional, 2) la oposición de los Estados Unidos a gobiernos de larga duración en América Latina, 3) el constante endeudamiento externo, 4) mayor articulación del PRM, que, si no se descarrila en las primarias, podría llevarlo a crecer, y 5) el surgimiento de aspirantes presidenciales nuevos, sobre todo ultraconservadores, fuera de las estructuras partidarias tradicionales.

Por todo esto, el horizonte de gobernar hasta el 2044, según lo proclamó Leonel Fernández, se torna imposible.

Artículo publicado en el periódico HOY