Los partidos de la Liberación Dominicana y Revolucionario Moderno se encuentran ante la ineludible situación de definir cuestiones que son vitales para el devenir inmediato de ambos, el primero tiene que definirse sobre el tema del padrón que normaría el proceso de elección de sus candidatos para las próximas elecciones del 2020 y la crucial elección de su candidato presidencial que zanjaría la pugna por el control del partido. Para el segundo, la elección de su máxima dirección podría impactar de manera determinante para el futuro no sólo de esa colectividad política, sino también en la posibilidad de que su eventual candidato presidencial logre crear las condiciones para la articulación de un abanico de fuerzas con capacidad de ponerle freno y final al actual gobierno.

Son los dos principales dilemas de esos dos partidos cuya solución, quiérase o no, impactaría en los resultados de la hasta ahora ineludible fecha electoral del 2020. Sin embargo, para el PRM la solución del tema de la elección de su máxima dirección tiene mayor calado que el referido dilema del PLD. La forma en que este último resuelva el problema del padrón que adoptaría para elegir sus candidatos no cambia sustancialmente, por lo menos en lo inmediato, las características de ese partido. Pero, en el caso del PRM, persistir en mantener como máximos dirigentes a figuras justa o injustamente cuestionadas, y no elegir a figuras nuevas y de incuestionable trayectoria, significaría perder la oportunidad de tejer solidas alianzas internas que le permitan forjar otras en una población que exige nuevas actitudes y nuevas formas de hacer política.

Ese partido ha tenido un proceso de elaboración de su padrón que ha logrado tensar su militancia, creando un estado de ánimo que ha impactado muy positivamente en su construcción como organización política. Sin embargo, si esa subjetividad no se corresponde con el sentimiento de cambio que exige una apreciable cantidad de antiguos y de nuevos liderazgos, que sí se mantienen en sintonía con el amplio sentimiento contra la corrupción y la impunidad que es la Marcha Verde, el proceso de elaboración del padrón sería una simple anécdota si a pesar del mismo no logran resolver su principal dilema: darse una fisonomía y una dirección con capacidad de vincularse con esa amplia franja de país real que exige cambios reales.

Lo que suceda en las fuerzas políticas de la oposición puede ser clave para la lucha por un cambio en la conducción política del país porque, gústenos o no, todas son parte del entramado de fuerzas que realmente configuran la actual coyuntura política de este país y con las cuales hay que contar para una eventual articulación de fuerzas con capacidad de producir ese cambio. Los márgenes de maniobra del PLD para resolver sus problemas internos tienen una estrecha relación con la capacidad de las fuerzas de la oposición de resolver los problemas que internamente cada una enfrenta, y la manera en cómo las resuelvan incidirá positiva o negativamente en la lucha contra la hegemonía del referido partido.

Algunos dirán y otros dicen, que lo mejor es que partidos como el PRM se deslicen por el despeñadero de la disolución absoluta, lo cual es una posición absolutamente simplista e ilusa, porque mientras este sea una realidad sociológica y política, una referencia para no menos del 30% del cuerpo electoral del sistema político dominicano, cualquier cosa que ocurra el discurrir de su proceso organizativo y de definiciones políticas de alguna manera influirá en la posibilidad de salir de la estructura clientelar/mafiosa que desgobierna este país. Por lo cual, la persistencia de ese partido en su error de mantener en su dirección a personas que lejos de legitimar a esa colectividad como referencia para articular fuerzas contra la hegemonía peledeísta, lo descalifica ante importantes sectores de la oposición para ser pilar fundamental en la articulación de fuerzas para cerrarle el camino al continuismo peledeísta.

La política se nutre de realidades y la realidad es que si el grupo de Luis Abinader le opone un candidato, justa o injustamente cuestionado, a una figura del talento y talante de Jesús Feris Iglesias, de probadas condiciones de integridad moral e intelectual, estaría arriesgándose a tirar por la borda toda posibilidad de llegar a un entendimiento interno y de tener una figura en la presidencia del PRM capaz de ser un interlocutor válido y con capacidad de ser factor fundamental para articular  un abanico de fuerzas capaz de recoger el sentimiento de lucha contra la corrupción y la impunidad que se ha hecho fuerza material en las calles de diversas ciudades y parajes de este país en el discurrir de  todo el 2017.

Desafortunadamente, la persistencia en el error de algunos sectores la oposición sigue siendo el gran activo del gobierno y de su partido, el pie de amigo que lo sostiene y que contribuye a que se dé el lujo de resolver a su buen grado cualquiera de sus dilemas, y que mantenga su hegemonía independientemente de que las encuestas digan que las simpatías que por él siente la población se hayan reducido a la mitad.

Una tragedia.