Recientemente una entidad de la iglesia Católica, elevo un recurso de amparo, contra una campaña puesta en marcha por una organización sin fines de lucro ONG, denominada Profamilia, que busca prevenir las enfermedades venéreas  a través de las relaciones sexuales sin la utilización de preservativos, pero además ayudar a ir concienciando a la población sobre el necesario control reproductivo para tener hijos.

Independientemente del fallo evacuado por la magistrada Eunice Minaya a favor de Profamilia, el cual comparto, sin importar que puedan llevar el caso ante el Tribunal Constitucional, creo que el Estado Dominicano a través de varias de sus instituciones como Copresida, el Ministerio de la Mujer, el Ministerio de Salud Pública y otros organismos oficiales, debe de hacer una campaña en conjunto para tratar de regularizar a corto plazo el crecimiento poblacional, que en los últimos 20 años casi se ha triplicado según lo indican los datos estadísticos.

La proliferación de enfermedades de transmisión sexual se ha incrementado de una manera preocupante en la República Dominicana, pero no solo eso, si no que vemos que el 95% de las familias que viven en una pobreza absoluta, procrean 5, 6, 7, 8 y hasta 12 y 15 hijos, sin ni siquiera tener un nivel de educación que les permita ganarse el sustento, para poder mantenerlos, educarlos, alimentarlos, vestirlos, incentivarlos a que estudien y se capaciten.

Nada gana el Gobierno Central en ir en auxilio de esas familias, si no se crea una conciencia, de que tener hijos es un compromiso que conlleva mucha responsabilidad, sacrificio y recursos económicos y si no se toman medidas fuertes para regularizar esta situación y seguimos permitiendo un crecimiento poblacional sin control, entonces jamás la República Dominicana podrá salir de la pobreza abismal que afecta a la gran mayoría del pueblo dominicano.

Si observamos a China que es la nación del mundo con un mayor nivel poblacional, nos damos cuenta de que sus autoridades se vieron en la imperiosa necesidad de tomar medidas regularizadoras, para evitar que continuara el desorden que existía y hoy día solo se les permiten a las parejas procrear un hijo, si por un descuido o desafío a las medidas adoptadas por las autoridades volviese a salir embarazada, lamentablemente le interrumpen el embarazo y le aplican las sanciones correspondiente.

No pido que se tomen acciones tan drásticas en nuestro país, pero sí que se inicie una campaña de Estado, de concienciación, solo así podremos controlar el que estas familias humildes sigan procreando hijos e hijas, sin rumbo ni futuro, ya que cuando el hambre pica, sin empleo ni una mano amiga, está establecido científicamente que se recurre a delinquir para poder sobrevivir.

El derecho a la sexualidad y a la reproducción de  hijos, están consagrados ciertamente en la declaración de los Derechos Humanos y el respeto a la vida en nuestra Constitución de la República, pero esto debe ser de manera consciente, no alegre, pues el crecimiento poblacional sin orden ni controles es la principal piedra angular en un país subdesarrollado como el nuestro para nunca salir de la pobreza y lograr que cada día se ponga más en peligro la paz social y el bienestar de las familias, por el crecimiento de los niveles de inseguridad, por el incremento de los hechos delictivos, ya que una cosa lleva de la mano a la otra y le voy a poner tan solo un ejemplo que de seguro le hará entender la esencia de nuestra posición.

“Un hombre humilde, con un bajo nivel educativo, de profesión chiripero, se amanceba o casa con una Joven por lo regular del mismo nivel social, procrean 4 o 5 hijos que es el promedio general por familia, sin un trabajo estable, teniendo que pagar casa, agua, luz, teléfono, colmado, motoconcho o concho, vestirse, alimentarse, ah los numeritos que no se quedan, ni el trago ni los cigarrillos, donde solo trabaja el hombre o la mujer, en algunos casos los dos; ¿Con lo poco que ganan o consiguen pueden garantizarle una vida digna a sus hijos?”.

Pero peor aun ese hombre o mujer cabeza de familia que hoy día trabaja y mañana pierde el empleo, llega a su casa y encuentra esos 4 o 5 hijos llorando del hambre, que no tienen leche, que no hay con que hacer una comida o cena, que se les acabo el gas, que se le enfermo un hijo sin tener dinero, que ve y siente que su vida se le desploma ante la impotencia y la falta de empleo. ¿A qué se dedica?  ¿Qué hace para poder salir rápidamente de sus problemas?, ¿Rezar?, ¿Esperar a sacarse la Loto?.

No apreciado lector, se dedican al microtráfico, al robo, los atracos, el sicariato, al tráfico de drogas, o cualquier otro mecanismo que le permita de una manera rápida y efectiva lograr obtener dinero para saciar sus necesidades y en todos los casos siempre le echan la culpa al gobierno, cuando los únicos y verdaderos responsables han sido ellos por no haber buscado una orientación adecuada sobre lo que es reproducir un hijo o una hija y esperar el momento oportuno para la procreación.

Todas las Iglesias, Profamilia, el Gobierno Central, deberían realmente aunar esfuerzos con una campaña agresiva, entendible y racional, para tratar de concienciar a la población dominicana en sentido general sobre la urgente necesidad de controlar el crecimiento poblacional y minimizar a su más mínima expresión el alarmante auge de las enfermedades venéreas en el país.

Observen que mientras mayor es el nivel de educación de y clase social, menor es la cantidad de hijos procreados, sin embargo la gran mayoría de los dominicanos que son los pobres o indigentes, creen sentirse con el derecho de procrear maternales de hijos, como si ello fuese un relajo y sin medir las consecuencias de sus irresponsables actos, para con ellos mismos y también en perjuicio de propio pueblo dominicano.

Hasta la próxima entrega.