Como sabemos esta denominación va dirigida a un movimiento social francés de recién aparición y que rápidamente ha logrado un posicionamiento en la vida política y la agenda de Francia, sus políticos y la prensa nacional e internacional. El nombre vino como resultado de la identidad que ellos mismos se dieron, portar un chaleco amarillo para distinguir su movimiento, como símbolo de identidad si se quiere.
Su emersión como movimiento social se relaciona a la crisis económica que vive el gran país europeo y en medio de esa crisis, el gobierno decidió aumentar el precio de la gasolina, acción o medida que terminó de ponerle la tapa al pomo y estalló el movimiento en las calles de París y otras ciudades.
A estas medidas se sumaron problemas de orden estructural de la economía francesa, como problemas de empleo, poder adquisitivo y salario, recesión de esa economía o falta de vitalidad y competitividad, y otros males sociales que se le sumaron, como la seguridad ciudadana, la migración, y por sobre todo, una equidad social cada vez más distante, produciendo una caída del nivel de vida y la calidad de vida de la gente, un desclasamiento de sectores sociales medios, una ausencia de propuesta de empleos para jóvenes, profesionales y técnicos, y una sociedad que va presentando índices de caída pronunciados que juntos, crearon el cuadro social que posibilitó el surgimiento de este movimiento.
Auguramos continuidad y firmeza a sus ciudadanos para continuar luchando por su derecho a vivir y protestar, por su decidida convicción de luchar para no desaparecer
Aparecidos de repente y sin que existiera un proceso formativo, como espontaneo el movimiento se abrió caminos y se colocó en un lugar en la vida social de Francia. Originalmente comenzó con reivindicaciones sociales, más luego se radicalizó y cambió parte de su naturaleza social hacia consignas de naturaleza partidaria, como la caída o salida del presidente como posible solución. De su parte, el poder político no prestó atención en su momento al movimiento social y este siguió en las calles.
Hoy, luego de ser considerado seriamente por la clase política francesa en el gobierno, los chalecos amarillos lograron un primer triunfo, ser considerados como portavoces de la insatisfacción francesa. Con 16 fines de semana ocupando las calles de ciudades importantes y la capital, París, los chalecos amarillos ni se cansan ni ponderan negociar con los representantes del poder. Ellos-el poder político- los ha convocado, reconsideró el aumento de la gasolina,y el movimiento sigue. Un riesgo es el desgaste por reiteración sin mediación y propósitos concretos.
Una cosa innecesaria de los chalecos amarillos, fue tomar partido en el caso de Venezuela, pues sabemos que los venezolanos también luchan por causa parecidas a la de ellos, la ideologización de esta lucha venezolana,no haría más que ocultar raíces de fondo de esa crisis, asumirla ellos como bandera de solidaridad envía un mensaje a quienes tienen razones de sobrevivencia para protestar en el país sudamericano,no solo contra las limitaciones materiales, sino las libertades políticas, la represión, la falta de garantías para disentir, muchas de cuyas ausencias den Venezuela no se producen o han sido superadas ya en la Francia democrática, aunque se presenten hoy síntomas de restricción y represión social.
La Revolución Francesa de 1789, la resistencia a la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial y Mayo ’68, son los antecedentes de este movimiento. Francia tiene mucho que decir cuando de luchas y democracia se trata. Solo temo al activismo, a la ausencia de metas específicas, a la no precisión en las demandas y al luchismo, pues es ese cáncer que corroe a veces a los movimientos sociales cuando pierden el centro de atención de sus demandas.
Los chalecos amarillos de Francia, es uno más de los movimientos que han salido a la luz pública como resultado de un reflujo en la economía mundial, una crisis de liderazgo, un descreimiento en la clase política y un cuestionamiento al modelo de desarrollo que incentiva la inequidad, instrumentaliza los números de la economía,y genera abismos sociales pronunciados.
En los cinco continentes hay movimientos sociales con causas específicas de sus realidades concretas, los chalecos amarillos los son de la Francia de hoy sus fisuras sociales, su descontento, su inseguridad y sus miedos. Auguramos continuidad y firmeza a sus ciudadanos para continuar luchando por su derecho a vivir y protestar, por su decidida convicción de luchar para no desaparecer.
El dialogo siempre es una manera de encontrar caminos de solución y gobernanza como dice la obra del pensador francés Jean Jacques Rousseau El contrato social, por tanto,ningún camino se cierra en procura de obtener los propósitos que dieron forma y contenido a una lucha, siempre con la habilidad y la firmeza de ser en su momento, voceros de todos, no de una parte de la sociedad.
Evitando sustituir al conglomerado,que en el caso de los chalecos amarillos es impersonal su liderazgo y ambivalente su estructura organizativa, no obstante,son hoy los sujetos sociales representativos de una situación socioeconómica y política compleja y enmarañada que castiga la Francia de las ideas,por eso la sapiencia, el tacto y la mesura son también armas del momento para buscarle solución a sus reivindicaciones y no dejarse arropar del fundamentalismo y el anarquismo dela lucha social.