Leonel es mi presidente (por ahora).Y es mi presidente porque como ciudadano dominicano, en pleno uso de mis facultades físicas y mentales, soy repetuoso y defensor del principio democrático de aceptar la voluntad de las mayorías, expresada en las urnas.
Es mi presidente, aunque haya accedido a esa posición gracias a las artimañas de dos decrépitos caudillos expertos en los trucos populistas de narigonear a las masas, aprovechando su endémica falta de una educación históricamente negada.
Y lo sigue siendo cuando endeuda el país "jata la tambora", en aras de un pretendido modelo económico que sólo beneficia intereses foráneos y oligárquicos.
Incluso cuando promueve leyes progresistas y necesarias, y después es el primero en violarlas; cuando se embarca en fútiles ejercicios de masturbación intelectual -a través de la dudosamente financiada FUNGLODE- que no eyaculan ninguna idea aplicable a la solución de ninguno de nuestros más urgentes problemas.
Es mi presidente aunque desde su megalómana torre de marfil promueva, proteja y estimule una corrupción que carcome y destruye las fibras de la tela moral del país.
Leonel es mi presidente, aunque diseñe e instale un poder judicial a su medida, que le garantice impunidad, y pretenda emular el ardid trujillista de ser el real poder detrás del trono
Lo es, aunque su auto percepción mesiánica lo lleve a tratar de establecer y consolidar una dictadura unipartidaria pseudo democrática, mientras se desplaza por el mundo – en lujosas naves gratuitas para sus bolsillos – llevando la buena nueva de su intelectualidad vacua y prepotente; aunque use los dineros del Estado para derrotar a sus oponentes internos y externos, aupar los sueños de realeza de su consorte y darles una patada en los cojones a nuestros sueños de institucionalidad.
Es mi presidente cuando es ciego, sordo y mudo ante la criminalidad que nos arropa, mientras nos atosiga con su verborrea estéril, pintándonos un país de ensueño, donde las maravillas de la macroeconomía han construido un edén financiero, aunque sólo sea para beneficio de los tradicionales ricos, las mafias extranjeras y la cáfila de ladrones que dirigen un partido cuya única plataforma es esquilmar, robarse y dilapidar los bienes y dineros del Estado.
Sí, Leonel es mi presidente, aunque en un país donde aún no se ha establecido el imperio indiscriminado de la ley, él prefiera ignorar y reprimir las opiniones de los que creemos que está llevando la República hacia el abismo, olvidando los deberes y obligaciones que tiene para conmigo y los millones de dominicanos que no somos parte de su parcela política y exigimos nuestro derecho a ser escuchados y tomados en cuenta por nuestros gobernantes.
Leonel es mi presidente, aunque diseñe e instale un poder judicial a su medida, que le garantice impunidad, y pretenda emular el ardid trujillista de ser el real poder detrás del trono.
Leonel es mi presidente, pero espero, con ansiedad, el día en que dejará de serlo, el día en que digamos ¡NO! a todo lo malo y podrido que él representa e impulsados por la fuerza de la unidad, que debemos construir, nos embarquemos en la misión de edificar la verdadera democracia, justa, incluyente y participativa, que garantice A TODOS los dominicanos la oportunidad de buscar y reclamar su lugar bajo el sol.
Después de ese día, dependerá de nosotros si les permitimos a Leonel y a los intereses que él representa, seguir haciéndole daño al país y su futuro.