La transmisión de energía en el sistema eléctrico nacional tiene las características de una cenicienta, a la que nunca se le pone atención. Ante la caótica situación de nuestras redes y el abandono de las mismas, somos de la convicción de que sí realmente se aspira a transformar el sector eléctrico del país, hay que poner especial atención al sistema de transmisión y no limitarse a proponer la reparación y ampliación de redes, sino que además hay que evaluar los costos y beneficios de dar el salto hacia las redes inteligentes, las cuales suponen el futuro de la transmisión de energía.

La red inteligente, en una definición muy fundamental, es una red eléctrica que utiliza tecnología de información y comunicación para colectar información que se traduce en mejores decisiones relativas a la conducta de suplidores y consumidores del servicio eléctrico, de forma automática a fin de impactar positivamente la eficiencia, confiabilidad y sostenibilidad en la producción de energía.

 

La instalación de redes inteligentes es la gran promesa de la transmisión eléctrica moderna, ya que incorporan una vía doble de comunicación en tiempo real entre productores y consumidores finales. La calidad de la información que se obtiene a partir de la implementación de este sistema se ha evaluado por la Comisión Federal de Regulación Energética de los Estados Unidos (conocida por sus siglas en inglés como FERC), como la principal garantía en el camino hacia la eficiencia total del sector.

Este proyecto ha sido considerado como una prioridad por las autoridades que dirigen el sector energía en Estados Unidos, quienes han evaluado el costo total de automatizar todas las redes del país, entre los 1.5 y 2.0 trillones de dólares, en lo que está considerado como “el próximo gran paso” en la industria eléctrica norteamericana.

En Estados Unidos se espera que este tipo de redes colabore en el acceso a un mayor número de proveedores eléctricos, especialmente en el mercado de las energías renovables, por lo cual se actualmente se encuentran trabajando en el marco regulatorio que facilitaría el acceso a la red de todos los actores, así como en las reglas de distribución de los costos de esta interconexión. Ya en el 2009 la FERC emitió su primera regulación, denominada Politica de Redes Inteligentes, en la cual se abordan los estándares y protocolos para desarrollar la red y las tarifas para las inversiones.

Por sus características, las redes inteligentes podrían resultar de gran beneficio para el sistema eléctrico de la Republica Dominicana, puesto que podrían utilizarse como un mecanismo eficiente en la prevención y detección del fraude eléctrico; en la distribución del flujo de energía, a fin de optimizar el mismo; en el aumento de la calidad de la energía servida; en la evaluación del consumo, a fin de balancear la distribución, para mejorar los precios de la energía, en beneficio de los usuarios.

Ayuda, además, en la reducción de pérdidas técnicas; suministra una herramienta informativa para el cliente, el cual se encuentra en mejor condición para conocer y controlar su consumo energético en tiempo real; y pero sobre todo, es una herramienta eficiente para la toma de decisiones por parte de los organismos reguladores.

La debilidad fundamental que observamos en la implementación de este tipo de soluciones en el país, a parte de la indisponibilidad de fondos, se refiere a la vulnerabilidad de nuestros sistemas de seguridad cibernética, los cuales deben adaptarse para lograr la inter operatividad con los dispositivos de las redes inteligentes. Este tema impactaría la actual regulación energética del país, donde no se contemplan delitos electrónicos.

Dentro de un plan integral para el desarrollo del sistema eléctrico nacional no es posible permitirse pasar por alto el tema de las redes inteligente, que está siendo considerado como de primer orden no sólo en países del primer mundo, sino en todos los países del área, donde se persigue la eficiencia, confiabilidad y sostenibilidad del sector.