Haitianos y dominicanos somos muy diferentes, no obstante,  estamos condenados a vivir juntos en una pequeña isla. Lo correcto sería que vivamos juntos, pero no reburujaos y con reglas bien claras.

Relataré por los menos  tres episodios extraños para los dominicanos y normal para los haitianos.  Esto  me lo han contado o lo he vivido como reportero  y que hablan del bajo nivel educativo y de atraso de los haitianos.

Haití es un pueblo con características más atrasadas que el sistema de gobierno feudal o semifeudal. O más bien, nuestros vecinos son como una tribu africana de comienzo de siglo pasado donde la civilización a penas se asoma.

Recuerdo que me tocó entrevistar en Punta Cana, Higüey, al señor Ernesto Veloz, presidente de la Asociación de Hoteles y Proyectos Turísticos del Este, quien estaba llevando – y lleva – una lucha titánica para que los haitianos no arrabalicen los entornos de ese polo turístico.

Para ese momento,  a mediados del 2010,  en el polo turístico de  Higüey  había un caso de un haitiano con malaria, una enfermedad que había desaparecido en el país desde la época de Trujillo, no obstante,  en Haití aún persiste y frecuentemente  traen al país.

Al final de la entrevista, Veloz, muy preocupado por la falta de reglamentaciones con los indocumentados haitianos y por la forma de proceder  de  estos, me contó que se encontraba en la zona universitaria en la capital y que vio una acción de una mujer haitiana que se quedó pasmado.

Me explicó que mientras esperaba que su esposa saliera de un salón de belleza, vio como una haitiana que iba caminando  y de repente  se paró a orinar  en plena calle, a la luz del día.

La mujer hizo esto de forma muy  natural  delante de todos los transeúntes, incluyendo estudiantes universitarios. Para Ernesto Veloz, empresario turístico consiente de hay que cuidar el país, fue tan chocante ver una mujer haitiana orinando en plena vía que hasta le tomo fotos.

Una mujer dominicana jamás haría esto, pues haitianos y dominicanos tenemos costumbres muy diferentes. En Haití es muy normal ver las haitianas orinándose en la calle o bañándose desnuda en un río.

Pero tenemos los haitianos en todas partes. Están en todo el Sur.  Desde Pedernales hasta Dajabón, pasando por la capital, Santiago de los Caballeros, Puerto Plata. En  todo el Cibao.  Yendo desde Samaná hasta la provincia la Altagracia, todo el Este, donde está el principal polo turístico del país.

Como si fueran gallos de pelea

Cuando en Santiago de los Caballeros se dieron los enfrentamientos violentos entre haitianos y dominicanos, me encontré en la sede de Migración un grupo de dirigentes comunitarios de esa provincia, quienes estaban alarmados “por muchas cosas raras” que  estaban sucediendo en sus sectores.

Se quejaban de que los haitianos habían llevado sus costumbres a los barrios donde viven en Santiago.

Una de esta, según me contaron, es que un hombre y una mujer sostienen relaciones sexuales en presencia de una multitud.

Dicen que la gente va voceando, arengando al hombre y la mujer en pleno acto sexual, como si se tratase de dos gallos de pelea, en un coliseo gallístico.

Ese tipo de espectáculo mantiene alarmado a los vecinos de algunos barrios de Santiago, que acudieron donde el director de Migración, Ricardo Taveras,  para que busque una solución a este y otros problemas.

El colega periodista Miguel Ángel Núñez me explicó que próximo a su casa materna en la comunidad rural de Palmarito, Salcedo, los haitianos hacen una fiesta, un espectáculo idéntico al de Santiago.

Miguel Ángel  cuenta que una persona le alquila la cama y que una mujer haitiana, en este ritual, se puede llegar a sostener relacione sexuales hasta con 20 hombres en una noche.

Galleta con lodo

Lo siguiente tiene que ver con los bajos niveles de pobreza del pueblo haitiano.  Durante la pasada campaña presidencial de Haití  un grupo de reporteros visitamos esa nación y nos rompía el alma el hambre de esa nación.

Por ejemplo, algunos candidatos solían tirar a la gente que iba a sus actividades galletas y otras golosinas.

Era sorprendente ver como los haitianos –en una especie alborotado tumulto, empujones, trompadas, patadas –  tomaban las galletas que caía al piso y se mezclaba con lodo.  Esas galletas mezcladas con lodo se la comían como un rico manjar.

Es por esto que uno de los periodistas, Avelino García,  ha dicho –un poco cruel – que  “los haitianos comen galleta con lodo amasado en la mano. ¿Ustedes no creen que eso es más dañito que los famosos huevos y pollos supuestamente enfermos?”.

Avelino se refiere a que Haití ha vedado la entrada de huevo y pollo a esa nación porque supuestamente están enfermos.  Esa prohibición ha causado serios trastornos a los productores dominicanos y un conflicto diplomático-comercial entre ambas naciones.

Poner reglas claras

Los intereses comunes deben ser defendidos sobre la base de la individualidad. Son dos naciones diferentes, cultura, lengua,  religión, costumbres  diferentes.

Sin embargo, uno no puede vivir sin el otro y para esa convivencia obligada se necesitan reglas claras.

Es como dice una la canción: “¡ Ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedios, contigo porque me mata, sin ti porque yo me muero…!”.   Los haitianos no pueden vivir sin los dominicanos. Los dominicanos no podemos vivir sin los haitianos.

Haití y República Dominicana, con todas sus diferencias, tienen un matrimonio obligado y  sin divorcio. Son un pájaro de dos alas, pero se necesitan reglas, que se cumplan las leyes migratorias y la soberanía de cada país.

Que se cumplan las leyes y que las autoridades de ambas naciones no humillen, no utilicen golpes bajos, puñaladas traperas el uno contra el otro.