Firma del tratado Trujillo-Hull
Cuatro meses después de haber resucitado de entre los muertos, la bestia se encontraba en Washington. La operación de ántrax había sido un éxito, aunque el paciente había estado a punto de morir, y ahora se encontraba en la capital del imperio, firmando el tratado Trujillo—Hull. La misma bestia se había nombrado Embajador extraordinario en misión especial, un cargo que le daba potestad para firmar el documento, y asistió puntualmente a la ceremonia, que se efectuó el 24 de septiembre de 1940. Para estar presente había hecho un esfuerzo sobrehumano, o mejor dicho bestial. Dice Crassweller que todavía no estaba físicamente recuperado y que bajo su camisa de cuello alto se disimulaba el vendaje que cubría la herida. Había sufrido, recientemente uno de sus recurrentes ataques de malaria y bajo cualesquiera otras circunstancias no habría abandonado su cama y que su debilidad era visible en la inusual firma que estampó en el documento. Ese fue —dice Crassweler— probablemente el cenit de su carrera, el punto más alto que llegara alguna vez a alcanzar como estadista.

El tratado permitiría, en unos cuantos años, al gobierno de la bestia la recuperación de las aduanas que estaban en manos del imperio desde la Convención dominico—americana de 1906, la compra del First Nacional City Bank y sus sucursales y su conversión en Banco de Reservas, la creación del Banco Central de la República, el pago de la deuda pública externa y la puesta en circulación del peso domicano, que durante largos años se mantuvo a la par con el dólar.

Los apologetas del trujillismo se jactan a boca llena de estos y otros supuestos grandes logros del régimen de la bestia. Hablan de la redención de la deuda externa en términos mesiánicos, la solución de la cuestión fronteriza, el desarrollo y modernización del país y el orden y la paz sociales, y hasta de un supuesto carácter progresista e incluso nacionalista de su régimen . Todos sus crímenes, bellaquerías y latrocinios palidecerían al parecer en comparación con tan grandes hazañas.

Pero las cosas están de otra manera. La recuperación de las aduanas y cancelación de la deuda pública externa en 1947, le permitió a la bestia manejar las finanzas a su antojo y le dejó pingües beneficios. Además, una parte de esa deuda había sido contraída para financiar sus propias empresas: la construcción del hotel Jaragua, por ejemplo, y muchas otras.

De acuerdo con el economista Martínez Moya el dictador fue “uno de los gobernantes que más rápido ha endeudado la República, si no superó a Lilís fue por el tiranicidio, era la tendencia que llevaba su gestión”.

Cierto es que “El 21 de julio de 1947 liquidó la deuda del Estado con bonistas en el exterior por el monto de US$9,271,855.55,” pero “para pagar a bonistas tomó un préstamo de corto plazo en el Banco de Reservas por US$9.2 millones, a un interés de 5%, garantizado el repago con los impuestos. Lo que hizo en 1947 fue cambiar de acreedor, el Banco de Reservas ocupó el lugar de los bonistas”.

En definitiva, “Contrario a la propaganda que se vendió, el dictador era pésimo administrador de las finanzas públicas, lo dicen las estadísticas históricas. Los déficits y endeudamientos públicos habían sido prohibidos por la Convención de 1907 y ratificado por la de 1924. El panorama cambió desde que se sintió libre, de 1938 a 1947 acumuló faltante en el Presupuesto Público por US$16.9 millones y US$33.7 millones de 1950 a 1960. Como resultado, en 1961 las finanzas publicas estaban más endeudadas que en 1931 (US$16,292 millones), sin cambio de importancia en el ingreso per cápita del dominicano, de US$233 en 1931 pasó a US$264 en 1961. Si de tiempo en tiempo se revive la propaganda política mentirosa de Trujillo, es porque la historiografía especializada moderna no ha corregido lo que se lee en libros de historia sobre la deuda pública”. (1)

En el mismo orden de ideas, explica Bernardo Vega con lujo de detalles:

“Durante la dictadura de Trujillo, y todavía hoy día, se citan como grandes logros del régimen del tirano la eliminación del control norteamericano sobre las aduanas, el repago total de la deuda externa, la creación del Banco Central y el peso dominicano, la acelerada industrialización durante la posguerra, la ayuda al campesino y la definición del territorio nacional a través de un tratado fronterizo con Haití.

“La realidad, que nunca se hizo pública durante la dictadura, fue que Haití logró su control aduanal seis años antes que los dominicanos, tuvo moneda propia en 1935, 12 años antes que los dominicanos, y pagó su deuda externa el mismo día que los dominicanos. La República Dominicana fue uno de los últimos tres países de América Latina en tener un Banco Central y moneda propia. Su industrialización fue una de las más lentas del continente, Trujillo quitó tierras a campesinos pobres y el tratado fronterizo realmente se firmó durante el gobierno de Horacio Vásquez y lo que hizo el dictador, al firmar un protocolo de este, fue entregar tierras a Haití que bajo el tratado firmado por Vásquez eran dominicanas, a cambio de un pacto político bajo el cual el Gobierno haitiano se comprometió a no permitir la presencia de exilados antitrujillistas en su territorio”. (2)

A pesar de todo, todavía los trujillistas y mucha gente pregonan y piensan que a Trujillo hay que agradecerle por su política de obras públicas, el sistema de educación y salud, las buenas escuelas y hospitales, el bienestar y progreso acumulado en tres décadas de orden. Eso sucede cuando se pierde de vista lo esencial y se presta atención a lo circunstancial o accesorio, a lo que “depende de una cosa principal o está agregado a ella”. Lo que se debe a Trujillo es la creación de una cárcel cementerio, un cementerio carcelario, un régimen de horror e iniquidades perfectamente organizado en el cual el orden y el progreso forman parte del mecanismo de represión, son la parte visible de una mazmorra con fachada de relumbrón. El orden era el terror y la paz era un cementerio.

HISTORIA CRIMINAL DEL TRUJILLATO [55]
https://eltallerdeletras.blogspot.com/2019/04/historia-criminal-del-trujillato-1-35.html

Notas:
(1) Arturo Martínez Moya, “Trujillo no pagó la deuda pública en 1947” ( https://hoy.com.do/trujillo-no-pago-la-deuda-publica-en-1947/)

(2) Bernardo Vega “Las falsas hazañas de Trujillo” (http://revista.global/las-falsas-hazanas-de-trujillo/)

Bibliografía:
Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictator