No sé si lo recuerda, pero el historiador y buen amigo Franklin Franco podría confirmarlo.

Sucedió hace más de tres décadas, cuando personalmente hacía esfuerzos, jugándome mi puesto como redactor en el Listín Diario, para organizar lo que es hoy el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) organicé una exposición de fotos tomadas por fotógrafos de varios medios, entonces pocos, expuestas en el Ateneo Dominicano, en esta ciudad de Santo Domingo.

Ocurrió que sacando tiempo de mi trabajo, a riesgo de perderlo porque la exposición era auspiciada por el Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales (SNPP) –hoy Colegio Dominicano de Periodistas, que en ambos casos auspiciamos Miguel A. Hernández y yo—se presentó  al Ateneo  el historiador Franklin Franco. Sudado, afanoso como estaba el autor de este artículo tratando de pegar las fotos en cualquier lugar donde fuera posible, mi querido amigo Franklin Franco sencillamente exclamó: "¡Qué falta de solidaridad!" Y tenía razón, puesto que me fallaron  quienes me habían prometido colaborar con la exposición.

Nada me sorprende, a mi edad de casi 70 años, 50 de ellos dedicados al ejercicio periodístico. Hoy día puedo decir que puedo ver sin inmutarme la más grave tragedia, la más vil actitud de un ciudadano, cualquiera que sea, las traiciones de amigos y colegas, y paro de contar.

Sin embargo, me inquieta que algunos colegas despotriquen contra otros, haciéndoles acusaciones de todo tipo en nombre de la moral, cuando de moral nada tienen. Puedo decir que aunque nunca he sido un periodista controversial, al menos eso creo, viajé a algunas playas donde recibí "muchísimas pedradas", como dijo el poeta y buen amigo fallecido, Héctor Incháustegui Cabral, pero nunca ataqué a un colega.

Personalmente creo que es una obligación moral defender a cualquier colega que sea maltratado, difamado y humillado, porque como dice el refrán "hoy por ti y mañana por mí", aunque mañana no se acuerden de uno.

Es por eso que defiendo la labor profesional de Nuria Piera, Juan Bolívar Díaz, Miguel Guerrero, Alicia Ortega, José Gutiérrez, César Medina, Ramón Colombo, Fausto Rosario, Álvaro Arvelo hijo, como también la del fallecido periodista y amigo Rafael Bonilla Aybar (Bonillita para sus detractores) un hombre de derechas,  porque creo que independientemente de sus respectivas ideologías y preferencias partidarias, tienen absoluto derecho a expresarse.

Los amigos son amigos. En el campo periodístico, puedo decir que he cultivado muchas amistades con numerosos colegas, entre ellos servidores de las Fuerzas Armadas, comunistas, reformistas, perredeístas, peledeistas, y sería incapaz de ofenderlos por sus posiciones políticas. Como dijo Benito Juárez, el respeto al derecho ajeno es la paz.

Los que venden sus artículos o comentarios a cambio del dinero del Erario Público, que han sido y son muchos en diferentes Gobiernos, no solamente comprometen su buen nombre, sino que los hacen pasibles de tener que enfrentar el cuestionamiento no ya de la opinión pública, sino incluso de sus propios hijos, muchos de los cuales algún día podrían arrepentirse de llevar el nombre de quien sirvió a los peores intereses de la República Dominicana.

Aunque, pensándolo bien,  esos colegas que "se la buscan", más temprano que tarde, deberán responder a su conciencia sobre si actuaron bien o mal.

Los lujos, las villas, las casas de campo, los autos de último modelo que han adquirido, los guardaespaldas para unos y para otros, todo eso pasan. Pero el juicio de la Historia sobre ellos nadie lo podrá cambiar.