Se cuenta que en una ciudad del interior,  un grupo de personas se divertían con el pendejo del pueblo. Se trataba de un pobre infeliz de aparente poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y pidiendo limosnas.

Cada día, algunos hombres llamaban al “pendejo” al bar de la zona, donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 20 centavos y la otra de menor tamaño, pero de un peso.

El buen “pendejo” siempre escogía la moneda más grande y la menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos los presentes en el bar y en la ciudad, además de ser motivo de comentarios entre los habitantes de la ciudad.

La anécdota del “pendejo” original se fundamenta en un hecho real. Su protagonista fue William Henry Harrison, el noveno presidente de los Estados Unidos de América

Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, llamó a éste aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos. A lo que el “pendejo” le respondió de la siguiente manera:

“Lo sé, no soy tan comemierda, vale cinco menos.

Pero el día que escoja la otra moneda, el jueguito se acaba y no voy a ganar más mi moneda”.

Esta historia podría concluir aquí como un simple chiste, pero  se pueden mostrar varias conclusiones. La primera es que quien parece “pendejo”, no siempre lo es. Segundo, ¿cuáles eran los verdaderos “pendejos” de la historia? Y tercero,  una ambición desmedida puede acabar cortando su fuente de ingresos.

Pero la conclusión más interesante y más valiosa es la siguiente: podemos estar bien,  aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros los demás, sino  lo que uno piensa de sí mismo.

La fábula enseña que el verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser “pendejo” o comemierda, delante de un pendejo que aparente ser “inteligente” pero es un ladrón del erario. ¡Qué diferencia…!

La anécdota del “pendejo” original se fundamenta en un hecho real. Su protagonista fue William Henry Harrison, el noveno presidente de los Estados Unidos de América.

Pero existe otra fábula. Se trata de la Fábula del Tiburón y las sardinas, del ex presidente guatemalteco, Juan José Arévalo, cuyo escualo “fantasma” anda rondando por Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, y quien sabe si también Uruguay, Argentina y República Dominicana, devorando a todo pendejo real que simula ser “inteligente”.