Este artículo no mantiene mi estilo acostumbrado. Generalmente escribo sobre mis interpretaciones y análisis de lo que sucede en la realidad social que investigo, pocas veces sobre la base de sentimientos y emociones que percibo en el clima social y que son parte de una subjetividad no verbal, una palabra puede describirlo, “Indignación”

En esta semana son muchas las noticias que le dan forma a este sentimiento de indignación. Esta indignación se percibe en un silencio tenso,  las personas te hablan como de la sensación de incertidumbre, como si se estuviera resbalando en un pantano.  Las únicas expresiones que aluden a ello son “Esto no hay quien lo aguante”. “No se sabe que va a pasar”. “La cosa no está caminando”.

Uno de los componentes de esta indignación es lo que está ocurriendo con nuestros recursos naturales. República Dominicana pareciera ir en sentido contrario al ritmo que llevan muchos países del planeta que se han dado cuenta de las grandes crisis que se avecinan vinculadas a: escasez de agua, extinción de  los bosques, contaminación, en fin,  problemas ecológicos.

Nosotros estamos viviendo un proceso inverso, en vez de que nuestros gobiernos se preocupen por incrementar las políticas que vayan dirigidas hacia la preservación del medio ambiente, lo que se están tomando son medidas y políticas que deterioran nuestros recursos naturales y entregamos estos recursos al mejor postor.

No parece poco pensar en la Barrick  extrayendo nuestro oro como si la historia volviese hacia atrás reproduciendo las imágenes de los españoles explotando a los indígenas para llevarse todo el oro que encuentren. Otros dolores de cabeza rondan en esta semana convirtiéndose en las redes sociales en el motivo de ebullición y preocupación como son:

1. Amenaza de la explotación minera en la loma Miranda
2. Amenaza de explotaciones mineras en San Juan
3. Construcción de la carretera Norte-Sur que afectará notablemente los recursos naturales de nuestra cordillera Central y del valle de San Juan
4. Venta Fraudulenta de Bahía de las Aguilas que es parte del Parque Nacional Jaragua

La imagen es del cerco y ahogamiento. La exclusión de la gran mayoría de la población de nuestras playas, parques, saltos y ríos es una realidad.

Estas acciones que cubren el territorio nacional parecerían definir un modelo de desarrollo basado en la entrega de nuestros recursos naturales para que sean explotados amenazando el equilibrio ambiental, ecológico y sobre todo lo más importante para la vida, la extinción de nuestros ríos y fuentes de agua.

Llama la atención el manejo confuso de las informaciones sobre estos proyectos por parte de las autoridades que quieren vender la dicotomía entre desarrollo y preservación del medio ambiente, lo que no es posible.

Sin recursos naturales no hay desarrollo en ningún país del mundo, menos aun cuando este desarrollo se sostiene sobre la base del regalo de propiedades y  derechos del estado (que son nuestro patrimonio) como ocurrió con la Barrick Gold y la legitimación del fraude y la corrupción como se pretende hacer con los terrenos de Bahia de las Aguilas y Loma Miranda.

Ojala  la indignación se transforme en el fortalecimiento de nuestro ejercicio ciudadano y democrático desde el reconocimiento de nuestro derecho a decir NO y actuar en consecuencia.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY

tahiravargas@yahoo.es