Se ha dicho y repetido en innumerables ocasiones que cuando se compite en un determinado sector de negocios, hay que mantener “ojo avizor” a las tendencias y colocarse en “la cresta de la ola” que estas provocan, a fin de mantenerse competitivo y evitar ser desplazados o ahogados por esta.

Una mayoría de empresarios y comerciantes dominicanos mantiene sus ojos cerrados a las tendencias que podrían afectar sus negocios, tratando de cobijarse bajo el manto de “papa gobierno” cuando ya es tarde para revertir esa tendencia.

La reflexión que hacemos sobre este tema tan importante para la supervivencia de muchos comercios locales, viene a raíz del despliegue que hemos visto en la prensa durante esta semana anunciando el nuevo servicio de comercio electrónico, a través del cual el consumidor dominicano podrá acceder a tiendas de los Estados Unidos para comprar una amplia variedad de artículos que satisfagan sus necesidades.

El anuncio evidentemente se enmarca dentro de una corriente que ha venido desarrollándose a escala global como producto de los avances logrados en el campo de la tecnología aplicados al uso de la internet y las ilimitadas posibilidades de comunicación que esta provee, haciendo obsoleta la idea de que los negocios se orienten a la conquista de los limitados 10 millones de potenciales consumidores en nuestra media isla.

Son muchos los representantes del sector comercial que aun recuerdan con nostalgia aquellos años en que predominó el lema creado por José Ramón Hernández (NEDOCA) en reclamo de: “el mercado nacional, para el producto criollo” el cual se impuso como paradigma empresarial durante toda la década del 70 y hasta final de los años ochenta.

Con el correr del tiempo, sin embargo, se han producido cambios radicales en la mentalidad y el proceder de los individuos y de los países, creando nuevos paradigmas y realidades distintas a las de aquellos tiempos, forzando a que la globalidad imponga la necesidad de considerar “el mercado mundial para el producto criollo”.

Esa nueva visión del mundo al externo y a lo interno del país define el perfil del consumidor y usuario en función de los servicios a que esté conectado en el hogar, creando un entorno de contacto multidisciplinario con la realidad y colocándolo en posición de ser mucho más selectivo en sus decisiones de consumo. Las variables en este sentido son prácticamente infinitas. Todas las posibilidades que se puedan imaginar tienen un espacio frente al computador.

Es tiempo de que nos enteremos que la empresa del siglo XXI ha de gestionarse bajo criterios totalmente diferentes a los utilizados hace dos décadas. Los mercados son de nadie y el ciudadano de hoy convertido en consumidor consciente e informado, define con sus preferencias, a veces imprevistas y volubles, el sendero futuro de cualquier negocio o sector de negocios que no esté listo para subirse a “la cresta de la ola” que provocan las tendencias.