Una de las características de la gente de nuestro país es opinar en cuestiones en las que no estamos invitados o de la cual no formamos parte o en el peor de los casos y por desgracia el que más abunda, opinar de temas que ni siquiera se tiene la menor idea. Pero, aunque no pertenezco al Partido Revolucionario Dominicano, ni a ningún otro partido político, producto de la crisis por la que está pasando desde hace poco más de dos años y que ya se ha convertido en un problema nacional, me siento con el derecho y el deber de expresar mi punto de vista con relación a esto.
El caos en el que se mantiene sumergido el PRD parece haber llegado a su estado más crítico. A pesar de los esfuerzos de varias personas y de instituciones ajenas a éste, no se ponen de acuerdo las dos facciones que libran esta batalla. Los rumores que corren desde el principio de la crisis, dicen que se ha llevado todo a un plano personal y que por eso no se llega a la solución del problema. Pero sin importar las causas o quién o quiénes hayan sido el o los autores de esto, ya está afectando a todos e incluso aspiraciones presidenciales dentro y fuera de ese partido.
Lo triste del caso es que por la terquedad, incompetencia y cobardía, este pleito parece no terminará este año. Terquedad por parte uno de los bandos por querer llegar a toda costa a la presidencia de la República, sin importar el precio o lo que ha logrado el país en torno a la construcción de la “Democracia”. Incompetencia del otro lado porque no pudieron conseguir el apoyo de todos sus compañeros en las pasadas elecciones, y aún no lo logran. Pero peor que las dos anteriores es la cobardía mostrada por el PRD en su totalidad, porque no es posible que dos personas por no ponerse de acuerdo, se destruyan setenta y cuatro años de vida e historia de una institución. Que no salga nadie al frente y diga: “basta ya, ni uno ni el otro”, poniendo en evidencia una crisis de liderazgo dentro de ese partido.
EL PRD no se va, ni se puede permitir que se destruya, independientemente nuestro sentir partidista. Y aunque se dice que hay manos que no pertenecen a ese partido que hacen posible la permanencia del conflicto, es una vergüenza que a la fecha no hayan podido ponerse de acuerdo.