En días pasados, me hice a la tarea de lavar mi vehículo, ya que dejarlo sucio sería fomentar la contaminación visual, ya que entre tantas lluvias y polvo, dejó de ser blanco y pasó a ser gris.
Al salir del establecimiento donde me lo lavan bastante bien, no pasaron más de cinco minutos antes de que un joven -limpia vidrios- se me acercara y al yo decirle que NO, me aventó la esponja que logró llenar todo el vidrio de espuma y agua.
Al seguir diciéndole que NO, el joven de aproximadamente 18 años, se ofendió y me recordó -de una forma no muy bonita- a todos mis antepasados, enfocándose en mi madre.
Este suceso no es la primera vez que me pasa… De hecho, me pasa MUY frecuentemente, en cada semáforo, a cualquier hora del día.
Es más, esto no es algo solamente de la República Dominicana; Esto es algo de gran parte de América Latina y -cada vez con más frecuencia- de los Estados Unidos y de Europa.
Es MUY triste salir a la calle y ver a niños, ancianos y minusválidos pidiendo dinero. Me parte el alma, sobre todo por darme cuenta de que hay mafias que usan a los niños para ganar dinero y porque vivimos en un sistema en donde hay poco espacio para ancianos o para personas con alguna discapacidad ya sea física o mental.
¡Pero!
¿Qué pasa con aquellos adolecentes que en lugar de buscar un trabajo, recurren a querer violentar a quienes transitamos por las calles de la ciudad?
Sé que la situación económica esta MUY difícil.
Sé que las oportunidades son escazas.
Sé que muchos de esos muchachos -como consecuencia de adicción a las drogas- buscan dinero fácil y de forma rápida, para poder satisfacer sus necesidades.
Conozco y entiendo TODAS las razones por las cuales hay un grupo de jóvenes dedicados a limpiar vidrios en la calle, pero jamás comprenderé que alguien quiera ganarse el dinero sorprendiendo e insultando.
Todos los días veo a muchachos vendiendo fruta en la calle en condiciones limitadas.
De igual forma, todos los días veo a jóvenes vendiendo periódicos, accesorios para celulares, dulces y demás productos.
Es más, todos los días veo a jóvenes limpia vidrios que preguntan y al recibir una negativa, continúan su búsqueda de alguna persona que requiera que le limpien el vidrio.
A quienes hacen todo eso para subsistir, les doy un fuerte aplauso, ya que ellos me demuestran que trabajar dignifica… pero solo quienes lo hacen de forma honesta, respetuosa y sin buscar el dinero fácil y a como de lugar.
Todos los días veo jóvenes que hacen lo que pueden para llevar dinero a casa y ayudar a su familia.
Todos los días veo jóvenes que estudian por la mañana y trabajan por la tarde, o viceversa.
Todos los días veo jóvenes con hambre, pero que no se rinden ante las adversidades.
Y -tristemente- todos los días veo a jóvenes que “se la buscan” queriendo saltarse las regalas de la sociedad y -peor aún- que ofenden a quien les decimos “NO”.
Y -aún más triste- MUY frecuentemente veo a personas de nivel “profesional” que “se la buscan” evadiendo impuestos, sin darle a sus trabajadores los derechos que se merecen y lo que la ley les otorga.
Estos últimos son los peores, ya que se esconden detrás de un negocio o de cierto poder para hacer el mal y aprovecharse de los “débiles”.
Definitivamente, ellos –aunque trabajen las 24 horas del día, los 365 días del año- jamás serán personas dignas, por lo que cierro este artículo de la misma forma en como comenzó: EL TRABAJO DIGNIFICA, PERO NO A TODOS.