No deseo terminar esta serie de entregas en tono de chanza o de ironía.
El vacío ideológico que actualmente caracteriza nuestra vida política es muy preocupante.
La democracia presupone que las distintas opciones que se suceden en el poder son diferentes. La alternancia en el poder de la izquierda y la derecha (las de verdad) es un factor indispensable para el buen funcionamiento democrático, pues sus acciones son complementarias.
Si todos los partidos políticos son idénticos (o casi), de nada sirve realizar elecciones: Nuestra única libertad es la de elegir quién abusará de nosotros.
Si todos los partidos políticos son identicos (o casi), no existe la alternatividad. Y sin ella se llega inevitablemente a la dictadura.
Es imprescindible, en consecuencia, reforzar la educación política y cívica de nuestros ciudadanos. No hay educación más urgente.
Es imprescindible que el foco del combate político se desplace de los hombres a las ideas.
Habrá quien argumente que los “partidos no tradicionales” son una alternativa válida a este estado de cosas. Pero como ya he dicho con anterioridad, en estos reina un vacío ideológico similar al de los “partidos tradicionales”.
Además, hay que recordar que el PRD fue no tradicional antes de 1978. Y que el PLD lo fue antes de 1996.
Que muchos anhelemos que las cosas cambien no es garantía suficiente para que suceda. Debemos exigirlo.