Todos nuestros partidos son de izquierdas.

La tradición de la monarquía francesa preveía, durante la celebración de los estados generales, colocar a la izquierda del rey a los representantes de las clases populares.

Es por eso que los partidos de izquierdas cuando gobiernan y legislan, lo hacen en favor de los más desposeídos. Los nuestros (es decir, todos) lo hacen igualmente. Sobre todo para los desposeídos que pertenecen al partido.

La actitud de nuestros partidos hacia el pueblo es más que paternalista, es añoñadora. Su lema es “no enseñes a pescar, regala el pescado”. Todos sobresalen en el arte de las dádivas. Todos regalan funditas y cajitas para las navidades; salamis y neveras durante las campañas electorales; bicicletas y muñecas para el día de Reyes; tarjetas telefónicas para el Latin American Idol… Los más grandes se disputan la paternidad de la tarjeta solidaridad…

Todos nuestros partidos favorecen gobiernos hipertrofiados. Su lema es “mientras más gobierno, mejor”. Todos crean organismos tan inoperantes como innecesarios. Todos compiten por el récord del mayor número de botellas, aunque minimicen sus proezas, llamándolas modestamente nominillas.

En el plano diplomático, todos nuestros partidos son de izquierdas. Todos son amigos de Fidel, de Lula, de Chávez (y de Maduro), de Correa, de Evo Morales y hasta de antiimperialistas recalcitrantes como Kadhafi y Ahmadinejad…

Nuestros partidos  comparten todos con el stalinista Partido Comunista Soviético el culto a la personalidad de sus líderes, la planificación de la economía, la intromisión del estado en todo, la construcción o remodelación de obras (como, recientemente, la Torre Progreso o las cabañas de Pinar Dorado) para el goce y disfrute de sus dirigentes…  Todos buscan, en suma, el progreso que se manifiesta casi exclusivamente en obras faraónicas como faros, metros y elevados…

La influencia de nuestros partidos políticos se extiende a todas las asociaciones profesionales, culturales, científicas y gremiales. Nuestros partidos gobernantes no escatiman recursos a la hora de subvencionar actividades estratégicas como la prensa, por ejemplo…

Naturalmente, un apoyo tan contundente al desarrollo de la sociedad cuesta mucho. Es por eso que todos nuestros partidos propugnan por niveles de impuestos onerosos. Todos se endeudan hasta el tuétano para realizar estas obras necesarias “para el bienestar de todos”. Todos nos devuelven en beneficios hasta el último centavo recaudado.

Como todos los partidos de izquierda, los partidos dominicanos son solidarios con los delincuentes. No buscan castigar, más bien comprender. Todos justifican las “indelicadezas” de sus miembros Todos toleran el tráfico y el consumo de las drogas blandas como la cocaína y el crack. Sobre todo cuando sus actores son los pobres padres de familia funcionarios y militares.

En conclusión, todos nuestros partidos son de izquierdas porque todos  trabajan por el progreso (el suyo), la transformación de la sociedad (en una más corrupta), el debilitamiento de las jerarquías (las de sus contrincantes) y la defensa de las libertades individuales (de sus miembros).