Que la basura cubra prácticamente todos los rincones de la ciudad capital, que se convierta en una vergüenza que amenaza la sostenibilidad de importantes polos turísticos y "no pasa nada", pone en evidencia que tenemos Estado indolente y ausente. Diariamente, simples y encumbrados ciudadanos, empresas, empresarios, legisladores, políticos, alcaldes, regidores, ministros y hasta el presidente de la república en ejercicio violan las leyes y elementales normas y reglamentos "porque "aquí no hay ley".

En su discurso de toma de posesión, el Presidente dijo que se ponía por meta la llegada de 10 millones de turistas al año. Sin embargo, los principales líderes del sector turismo dicen que las autoridades municipales donde están radicados los principales complejos turísticos son incapaces de manejar adecuadamente los residuos sólidos y que su acumulación  en las playas, ríos y cañadas  cercanos  a sus negocios está haciendo insostenible la principal industria del país.

Se espera que las grandes autovías que comunicaran los principales polos turísticos con la ciudad capital impactaría de manera significa para que esta urbe se convierta en otra oferta turística. Por esa circunstancia, además de sol y playa tendríamos  oferta cultural e histórica, dado el valor que en ese sentido tiene Santo Domingo. Sin embargo, sabemos que en términos de servicios, esta ciudad prácticamente ha colapsado, que la misma carece de un Plan Maestro que la regule.

Sabemos que la ciudad capital está desguazada por un sector inmobiliario esencialmente parasitario, por un sistema de mafias a las cuales, a través de la corruptela las autoridades municipales les otorgan la prerrogativa de trazar las rutas del transporte de pasajeros y el casi absoluto control del servicio. A ellas, mediante el clientelismo, el gobierno central les otorga exenciones fiscales para  combustibles y para la importación de  vehículos, sin que se preocupe del estado de precariedad operativa del sistema de transporte autobuses del sector público, la OMSA.

El Distrito Nacional dispone sólo de un 4% de terrenos para acoger su población futura y sin embargo, sus barrios más emblemáticos pierden habitantes sistemáticamente por el éxodo de sus habitantes hacia la periferia, buscando suelo más barato sin que el ayuntamiento haga nada para impedirlo, sin regular los cambios de uso de suelo y sin asumir los proyectos de mejoramiento urbano que para esos barrios se han formulado con sólido rigor y a través de los cuales se recuperaría suelo para impedir ese éxodo.

Con esos problemas de gestión urbana y municipal, la ciudad capital no podrá jugar un rol importante en ningún plan de desarrollo nacional. De igual modo, los polos turísticos más emblemáticos del país estarán amenazados de muerte mientras, los dueños del capital allí invertido y el Estado no entiendan la necesidad que los ayuntamientos de los municipios de vocación turísticas tengan una capacidad gerencial que les permitan implementar sistemas de tributación que incremente su capacidad recaudatoria para elevar su oferta de servicio a la población.

Claro, eso implica un acuerdo entre el gobierno central y los ayuntamientos de vocación turísticas para, como en otros países de la región, permitir que estos puedan obtener beneficios directos de los impuestos a las empresas turísticas radicadas en dichos ayuntamientos. Quizás en una primera fase compartirían la competencia sobre los impuestos y finalmente los ayuntamientos, previa demostración de la eficiencia y transparencia que el caso requiere. Pero, eso es imposible con un Estado  indolente y desguazado por autoridades electas y por empresarios inescrupulosos, ausentes ambos de los municipios donde se produce y reproduce una riqueza que en no incide sustancialmente en paliar la pobreza de la población.

Por eso la basura arropa ciudades y playas, algo que todos nos produce rabia y vergüenza. Por eso el Minuto de Colombo, donde dice que se "avergüenza y arrepiente" de ser de este país. Una pena, porque él, como muchos, queremos y seguimos batiéndonos para barrer la peor de las basuras,  la basura política que arropa, controla y corrompe el Estado dominicano.