La historia del nuevo “Estado” se origina con una concesión que otorgó el Presidente Hipólito Mejía en el año 2001 a la minera Placer Dome para la explotación de una mina de oro  en Pueblo Viejo, Provincia Sánchez Ramírez, República Dominicana. Se trataba de un convenio de explotación equitativo y que no enajenaba esta parte del territorio dominicano ni los recursos mineros del yacimiento.

Posteriormente, en el año 2006, Placer Dome negoció su contrato con la minera Barrick Gold, pero esta empresa, no solo quería explotar la mina, sino que pretendía su posesión incondicional y la creación de una especie de Estado independiente donde imperaran sus propias leyes y pudieran extraer el mineral sin ningún control. Para esta finalidad, los accionistas que forman la Confederación propietaria de Barrick Gold, se reunieron en una villa de Casa de Campo,  propiedad de uno de los accionistas, el empresario Gustavo Cisneros. A esta reunión también asistiría el Presidente de la República, en esa ocasión, Leonel Fernández Reina. En el encuentro secreto se gestarían las condiciones del nuevo Estado a espaldas del pueblo dominicano.

Se piensa (por las escandalosas ventajas en su favor), que los ejecutivos de Barrick Gold, redactaron los términos de la modificación que deseaban hacer al contrato que habían adquirido por transferencia de la Placer Dome. La modificación transformaba aquel contrato equitativo, en un documento negativo para los intereses nacionales.

En lugar de un 50%  que tenía el contrato original con Placer Dome, ahora solo quedaría al país un 3% de los beneficios generados, mientras que el nuevo apoderado recibiría el 97%. Además de esta alteración, en el contrato se reformularon otras condiciones contractuales para otorgar múltiples facilidades  a la Barrick Gold, todas en perjuicio del Estado dominicano, al cual, no solo se le redujeron exorbitantemente los beneficios que debía recibir, sino que a la empresa minera se le concedieron exenciones y facilidades escandalosas desde el punto de vista jurídico y fiscal.  Se le autorizaba explotar la mina de Pueblo Viejo como si fuera, no la concesionaria para la extracción de un valioso recurso natural que le pertenece a la República Dominicana, sino como la propietaria absoluta del yacimiento minero que no estaba obligada a compartir los beneficios en forma equitativa. Con estas gravísimas condiciones para la parte dominicana, se enajenaba este patrimonio nacional y se le otorgaban a la Barrick Gold, las facilidades de un Estado en el mismo corazón del territorio de la República Dominicana.

Leonel Fernández se reunió con Miguel Vargas Maldonado, Presidente del PRD y de esa reunión surgiría el compromiso de ordenar a los legisladores del PLD y del PRD, aprobar este contrato (aun sin la necesidad de leerlo), con el mismo texto que fue enviado a las cámaras legislativas desde el Poder Ejecutivo. El hecho de que esta modificación enajenara el territorio y el patrimonio nacional en una forma tan perversa, pasó desapercibido a los congresistas por no leerlo, o lo peor, a pesar de hacerlo y las advertencias de algunos especialistas, no se inmutaron y lo aprobaron sin alteraciones.

Con todas las facilidades otorgadas por contrato, Barrick Gold actúa como un Estado en todos los sentidos. El nuevo Estado es similar a Mónaco o El Vaticano. Su territorio está insertado dentro de otro, pero la diferencia es que éste, corresponde a una rica mina de oro, la cuarta más importante del mundo. Otra diferencia es que el Estado Barrick Gold no surgió luego de un conflicto que originara su independencia, sino después de una confabulación perversa de algunos dominicanos entreguistas, quienes, sospechosamente olvidaron el interés nacional para ceder su patrimonio a negociantes extranjeros. También tiene sus propios órganos represivos y policiales, los cuales fueron utilizados eficientemente en meses pasados cuando algunos desempleados del pobre país vecino de la República Dominicana, se acercaron a sus fronteras para solicitar trabajo.

Este Estado es dirigido por un personaje de obscuro historial y especie de Presidente títere al servicio del grupo propietario de la nueva posesión territorial. Tiene sus propias leyes y autoridades, en tal razón, impide que autoridades del vecino país dominicano ingresen a su territorio. Su condición de Estado soberano se afianza cuando no permite una supervisión o fiscalización compartida de la operación de la mina lo cual realiza a su absoluta discreción, permitiéndoles ocultar las cantidades reales y el tipo de metales preciosos que exporta. Por esta causa, las autoridades de Barrick Gold, no se sintieron obligadas a reportar a las autoridades de la República Dominicana la salida del país de los primeros 20 cargamentos del mineral.

Este poderoso Estado actúa con insolencia y altanería y desafía al débil país vecino de la República Dominicana. Le dice mentiroso al Presidente dominicano y le advierte que se atenga a las consecuencias si se atreve a cuestionar el tratado que le otorga su soberanía. Pone condiciones para el diálogo y advierte que no transige con su integridad y que “no está sobre la mesa” negociar la revisión del convenio.

Los mentores de este Estado usurpador están ignorando que el pueblo del Estado vecino, la República Dominicana, tiene dignidad y que si algunos de sus hijos cometieron el error de ayudarles en sus propósitos, la mayoría de los dominicanos no se detendrá en sus reclamos por rectificar las condiciones onerosas mediante las cuales se enajenó este valioso patrimonio nacional, facilitándoles la iniquidad de crear con una parte de nuestro propio territorio, donde existe una mina de oro de un valor incuantificable, algo similar a un Estado independiente; el Estado Barrick Gold.