A casi un año de unas elecciones es imposible predecir, pero a veces el panorama es relativamente claro. Y siempre han existido excepciones. La exactitud, si cabe esa palabra, sólo se podia obtener en casos como el del México anterior a 1988, cuando se conocía con seis años de anticipación el triunfo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al menos en cuanto a la Presidencia. En una época anterior al 1988, cuando Cuauhtemoc Cárdenas estuvo a punto de triunfar y todavía se discute el posible fraude que llevó entonces a Carlos Salinas de Gortari a la mansion presidencial de Los Pinos, hasta las presidencias municipales (alcaldías) de todo el país las ganaba un poderoso e histórico partido. Curiosamente, su mejor líder lo había sido Lázaro Cárdenas, cuyo hijo Cuauhtemoc fue víctima de una tradición lamentable que duró hasta el 2000. Más conocidas quizás son las experiencias de muchos países de América Latina y de otras regiones en los cuales las elecciones eran simplemente actos simbólicos para dar visos de legalidad a dictaduras de larga, mediana o corta duración.

Así llegamos al tema de las elecciones estadounidenses para renovar el Congreso federal en el 2014. La competividad en las urnas y la alternancia en el poder han sido instauradas en muchos lugares y el caso norteamericano es presentado como un ejemplo de larga duración que otros pueden aprovechar. Hay mucho de cierto en eso, pero aquí se notan también también graves imperfecciones en el sistema, el cual no ha estado libre de fraudes, manipulación y códigos inadecuados. Las famosas elecciones presidenciales del 2000 sirven de recordatorio de que no hay nada perfecto bajo el sol, aunque la situación fue aliviada por la elegancia del candidato que no fue derrotado en las urnas sino en la Corte Suprema de Justicia.

Utilizo la palabra incertidumbre porque estamos viviendo en un momento muy interesante. Los problemas y las promesas incumplidas por el actual mandatario, es decir, el ocupante de la Casa Blanca, no sirven para ocultar la lamentable, paupérrima, labor del actual Congreso federal. La oposición controla la Cámara de Representantes y ha utilizado cuanta maniobra existe en la imaginación de los mortales para obstaculizar la labor de este gobernante, que no es necesariamente el mejor. Tampoco puede otorgarse una medalla al mérito a la mayoría oficialista que prevalece, precariamente, en el Senado de Washington. Por lo tanto, después de una serie de enfrentamientos, contradicciones, exageraciones, y la lista sigue, ni el jefe del Gobierno ni la oposición disfrutan de gran popularidad a no ser en bolsones altamente partidaristas en ciertas regiones del país.

Las noticias que se ofrecen presentan, como en el pasado, un cuadro hasta cierto punto contradictorio. Lo mismo se señala que ha disminuido la popularidad de Obama que se hace resaltar la aún mayor falta de apoyo extendida a los congresistas republicanos. En puridad de verdad, lo que predomina es una evidente falta de satisfacción, o más bien un desencanto generalizado con los politicos. Los republicanos necesitan seis senadores más para controlar el Senado en las elecciones del 2014. Los demócratas con 17 escaños adicionales en la Cámara de Representantes tendrían el control de esa asamblea. Cualquier cosa pudiera suceder.

La economía parece mejorar, aunque despacio, y los partidarios del Presidente necesitan que el plan de salud conocido como “Obamacare” logre funcionar mejor en cuanto a las inscripciones y que logre ser considerado más aceptable por la opinión pública en los diez meses que faltan para los comicios congresionales. Los republicanos necesitan seguir hablando de los cuatro jinetes del Apocalipsis y las diez plagas de Egipto. No se les debe culpar ya que esa táctica es utilizada a nivel planetario por la oposición. Esa labor la ha emprendido, entre otros, el reverendo Rafael Cruz, padre del senador y aspirante presidencial Ted Cruz en los medios de comunicación de las iglesias evangélicas más conservadoras.

En cuanto a las presidenciales del 2016, resalta la habilidad de la ex senadora Hillary Clinton al no participar como funcionaria en el segundo período de Barack Obama y dejar que su esposo recorra el país pronunciando discursos y ayudando a recaudar fondos para su partido, la mejor forma de ir preparando la candidatura de su esposa. Y aunque parezca increíble, el senador por Texas Ted Cruz, la figura más inclinada a la derecha entre los posibles aspirantes republicanos, ha adoptado posturas tan controversiales, pero agradables para un gran sector republicano, que pudiera al menos competir en las primarias del 2014. Le ayudaría también su afiliación religiosa como Bautista del Sur y la condición de predicador Pentecostal de su padre, algo que ya hemos señalado. La derecha religiosa inclina la balanza en algunas primarias republicanas. A pesar de ello, el gobernador de New Jersey, un republicano más moderado, pudiera ser la mejor selección republicana para intentar llegar a la Casa Blanca, aunque en las primarias tendría muchas dificultades en superar a Cruz y a otros republicanos conservadores.

Como simple comentario preliminar, entiendo que hay dos candidatos hispanos con posibilidades vicepresidenciales. El senador Marco Rubio por los republicanos y Bob Menéndez por los demócratas.  Menciono a Rubio porque Christie necesitaría ganar la Florida. Por otra parte, Menéndez consolidaría el voto hispano en todo el país a favor de los demócratas. No creo, pues, que Cruz sería escogido como candidato vicepresidencial republicano a pesar de que pudiera ser un fuerte aspirante presidencial en las primarias. Texas está asegurada en la columna republicana sin necesitar la ayuda de Cruz.

Pero la incertidumbre rodea las elecciones congresionales y sobre todo las presidenciales. Y nada está escrito en piedra en un período que además de incierto, pudiera ser también desconcertante.