protegerlo en una redecilla es parte
del presupuesto dominicano,
cortar las uñas, pintarlas, visitar
a un barbero cada mes para los hombres,
y para los niños programar sus citas
cada dos semanas. Es impresionante
la dedicación dominicana al cabello,
un modelo para el mundo de apariencias,
de mostrar la mejor cara, de ir adelante
refrescado y listo para afrontar al escape
de la vida urbana al lado de un mar azul
todavía a salvo de la resaca de los plásticos
flotando en las mareas y la tendencia
del vate de caer en la melancolía ecológica
en vez de ir al peluquero de la vecindad
para componer estos versos agradecidos
a la Dominicana por la inspiración.
En cuanto al mar necesita una gran limpieza.
Invito a todos los peluqueros a unirse
con los científicos del mundo ¡A trabajar!