El deporte se ha constituido en una de las actividades de mayor importancia social y económica de la sociedad moderna. Actualmente, más que los solemnes y didácticos actos de recordación de epopeyas nacionales, son las victorias deportivas en competencias internacionales los más impactantes momentos para la formación de las identidades nacionales, regionales y locales. La clamorosa celebración de la conquista de la corona de la selección dominicana en el recién pasado Mundial de Beisbol, constituye un buen ejemplo.
Desafortunadamente, la real dimensión de los alcances de momentos como ese todavía no se puede calibrar, porque la Sociología y la misma Economía, no han dedicado la debida atención a la importancia social el deporte. En muchos sectores, entre ellos intelectuales, existen fuertes prejuicios sobre las prácticas deportivas de masas, tales como el futbol, el rugby, el beisbol, al ser considerados como opio de las masas, ocio propio de hombres de barrigas cerveceras, odiado por las mujeres. Incluso, deportes como el beisbol es menospreciado por estar "asociado" a la sociedad norteamericana y a algunos países caribeños, fundamentalmente.
Sin embargo, periodistas, como John Carlín o sociólogos del calado de Norbert Elias y Eric Dunning, en varios ensayos y libros, han resaltando el papel de deporte en la historia de diversas civilizaciones y en estelares momentos de la vida políticas de algunos países. Estos autores han podido interpretar correctamente la importancia de la desbordante pasión que concita el deporte en las multitudes, su papel en el proceso configurativo de las identidades colectivas y como medio de movilidad social.
Las selecciones de casi todos los países participantes en el Mundial de Beisbol, como tiende a ocurrir con las de futbol de los países europeos durante las temporadas regulares y los mundiales, se integraron con jugadores de diversas etnias y procedencias
Es cierto que el deporte se ha constituido en una de las actividades empresariales que más recursos genera y que en muchos casos, para promocionar espectáculos deportivos tiende a exacerbar los perores instintos violentos de la gente contra sus adversarios, a potenciar ciertos nacionalismos y regionalismos absurdos, salvajes, que a veces rayan en el racismo y la xenofobia. Pero, a pesar de eso, el deporte juega un valioso papel de antídoto contra el hastío, la rutinización de la vida cotidiana, estress y las restricciones propias de la vida en los grandes centros urbanos.
Las competencias deportivas de juegos colectivos o individuales entre naciones, regiones o localidades es lucha entre adversarios, cuyo desenlace produce un sentimiento de agradable catarsis colectiva, fortalece las identidades y canalizada de manera positiva, contribuye al fortalecimiento de relaciones amistosas entre regiones o naciones, como lo fue el noble abrazo entre los peloteros puertorriqueños y dominicanos al finalizar el último juego del Mundial de Beisbol y como se abrazan los jugadores y los entrenadores después de los juegos, sin importar los resultados.
Las selecciones de casi todos los países participantes en el Mundial de Beisbol, como tiende a ocurrir con las de futbol de los países europeos durante las temporadas regulares y los mundiales, se integraron con jugadores de diversas etnias y procedencias. Apellidos como Rodney o Deduno, lanzadores determinantes para nuestro triunfo, así lo confirman, en nuestro caso y Lilian Thuran, negro nacido en Guadalupe, que ha representado la selección francesa más que ningún otro jugador en la historia de esa escuadra también lo confirma.
Hoy día las naciones constituyen una fusión de gente de diversas procedencias, cuyas vivencias colectivas en un determinado espacio o territorio determinan una unidad cultural que sirve de base a una común identidad. En ese proceso, la mundialización de la economía y en gran medida de la política, potencian el papel del deporte como factor que promueve la competencia en un contexto de paz. Si antes el fenómeno no tuvo esa dimensión que tiene hoy, se debe a la integración espacial a nivel mundial que hacen los medios de comunicación, sobre todo la TV.
Estos medios hacen que el mundo viva simultáneamente las incidencias de competencias deportivas, en cuyo fragor y resultados se van forjando las identidades colectivas y el reconocimiento y respeto a la diversidad, cosa que tanto necesitamos como sociedad.