Danilo Medina lo expresó como un adjetivo elogioso y el pueblo lo convirtió en un sustantivo en ocasiones denostativo. No es lo mismo “un penco de candidato”que un candidato llamado “El Penco”. El profesor Lidio Cadet ha hecho esfuerzos mayores por darle brillo a la expresión, pero las cosas han empeorado cuando en su defensa alude a un “penco de ñame”que se cosechaba en su aldea en Hato Mayor. Asi calificaba el padre del otrora sacerdote  a los ñames de considerables tamaños. Creo que la asociación  de Castillo con el término ñame no le es de beneficio, aún cuando el antiguo padre Lidio lo haya dicho,  con la mejor intención.

Pero el candidato oficialista le ha sacado un gran beneficio a este asunto. La gente se burla del personaje, de sus lagunas mentales e incoherencias y mientras tanto Gonzalo Castillo el de verdad sigue andando sin que nadie haga alusión a él; salvo el programa de Alicia Ortega que ha tratado de poner al desnudo la hazañas financieras ajenas a la ley de este ciudadano que hasta hace poco desempeñó una importante función pública.

Nadie habla de la participación de Gonzalo Castillo en el proyecto Punta Catalina; de su anuencia para la aprobación en Obras Públicas  de obras disfrazadas de viviendas de bajo costo tratándose de construcciones multimillonarias en violación a la ley sobre fideicomisos; de los contratos para el asfaltados de calles y carreteras en abierta violación al sistema legal de contratación pública vigente en República Dominicana.

Estoy en creer que es tiempo de dejar al Penco a un lado y asumir con seriedad la dudosa conducta de un hombre que nos quieren imponer como presidente de la República. El Penco sufre. Gonzalo está de risitas.