En menos de un mes tres cartas públicas han desfilado por mi consciencia. En orden cronológico, la primera fue firmada por militares retirados franceses que se decían preocupados por lo que ellos concebían como dificultades de integración social dentro de su país.

La segunda, más que una carta, se trata de un nuevo acto de alguacil incoado por el colectivo Padres por la Educación Presencial intimando al Ministerio de Educación a que se pudiera retomar la docencia presencial. Esta comunicación refleja el conocimiento que tiene el colectivo sobre los recursos legales disponibles para defender sus intereses.

La tercera y más preocupante fue escrita también por militares retirados, estos norteamericanos y miembros de un colectivo denominado Flag Officers 4 America, quienes presentaban su preocupación con la actual administración de los Estados Unidos.

Aunque solo la dominicana lo explicita, cada una de ellas es una manifestación del deseo de establecer orden en un mundo crecientemente ansioso e inseguro debido a las complicaciones surgidas por la pandemia.  En Francia, la integración cultural, social y sobre todo religiosa ha sido tema de amplias insatisfacciones en todo el siglo XXI, pero se vio acrecentada durante el año de encerramiento. La voluntad laica, surgida como respuesta a las guerras de religión y a los posteriores abusos de un estado fuertemente asociado a una religión en específico, no llega a solucionar el deseo de mayor integración y cada vez son más frecuentes los cuestionamientos sobre la eficacia de estos comportamientos y la búsqueda de respuestas alternativas para la construcción de un orden social común.

En República Dominicana, la preocupación por la calidad, cantidad y penetración de la educación nacional también tiene más de veinte años en el tapete público y fue el primer tema que reunió esfuerzos colectivos que no necesariamente iban a favor del gobierno, iniciándose el mismo mes de septiembre de 2020, a pocas semanas de que la nueva administración asumiera sus funciones. Si bien la sociedad evidenció que hubo incidencia de la pandemia en la dimensión comercial, económica, social, de ofertas de productos y servicios, fue el tema de la educación el que movilizó primero a la gente.

En EEUU, la participación de los militares con relación a la administración pública se empezó a sentir durante el mandato de Trump, sobre todo en oposición a él, al punto que en septiembre de 2020 hubo suficiente preocupación como para escribir una declaración de intención de defensa del orden público y, posteriormente, a raíz de los incidentes de enero de 2021 en el Capitolio, nuevamente hubo reacción escrita por militares retirados. Así que esta última carta en oposición a Biden viene siendo la más reciente entrega de una serie de manifestaciones de militares retirados con respecto a administradores del estado y, aunque numéricamente su representatividad es ínfima, es preocupante que en menos de un año se asuman posturas políticas por parte de personas entrenadas para no hacerlo.  “En el principio era el verbo”, dice el Evangelio de Juan. Atención a lo que este verbo nos está comunicando.