La puesta en circulación del libro “Mañana te escribiré otra vez”,  compilación de las cartas intercambiadas por Minerva Mirabal y Manolo Tavárez  efectuada por su hija Minou Tavárez Mirabal, constituyó un acto en el que se rindió merecido homenaje al amor a la patria que tuvieron estos héroes nacionales, hasta entregar sin miedo sus propias vidas por ella.

Los que tuvimos la dicha de estar presentes en ese significativo acto salimos con el alma henchida de sentimientos patrios, pero al mismo tiempo con la congoja de saber que a más de 50 años de su inmolación, aquello por lo que lucharon sigue siendo un sueño.

Como nos lo recordó Minou en su magistral discurso, Minerva y Manolo llevan 50 años escribiéndonos, pero desafortunadamente como país aún no hemos recibido su mensaje, el cual no solo está expresado en esas cartas  sino en su testimonio de vida, en su inconmensurable legado calificado  por ella como una “carta permanente”.

La sociedad que ayer luchó por la libertad y entregó la vida de tantos jóvenes valientes, parecería no ser la misma que hoy vive  anestesiada  soportando en silencio o siendo cómplice de posiciones reñidas con los nobles ideales que guiaron a nuestros libertadores.

Gracias al sacrificio de mucha gente podemos disfrutar hoy día de muchas libertades.  Sin embargo  debemos preguntarnos si es ésta la sociedad a la que aspiraron nuestros mártires o la que deseamos muchos de nosotros.

Por eso la autora de esta importante obra se preguntó, ¿qué le dice esta carta de ayer a esta Patria nuestra de hoy?

Es difícil dar respuesta a tan trascendental  interrogante pero  no cabe dudas de que no podemos  sentirnos conformes con que 5 décadas después de la caída de la dictadura nuestro país haya replicado el modelo de corrupción que ha enriquecido y envilecido a la mayoría de los que ostentan el poder a cuesta de mantener en la ignorancia y la miseria a muchos de sus conciudadanos.

Tampoco  con que la democracia y los derechos  sean letras esparcidas en la Constitución y las leyes, que se utilizan discrecionalmente por las autoridades, quienes entienden  que con su maquinaria propagandística pueden decidir lo que es constitucional o  legal, aunque la verdad emerja a todas luces; declarando a quienes  osen contradecirlos  como traidores  de la patria.

¿Puede alabarse realmente la libertad de expresión en una sociedad en la que las voces independientes son la  excepción y el sistema está concebido para sumar cada vez más voceros dispuestos a defender lo que aquellos  que los gobiernan decidan que deben defender, por indefendible que estas causas sean?.

Hoy tenemos  más instituciones de las que necesitamos,  derechos fundamentales consagrados en la Constitución y sobradas leyes, pero seguimos bajo el imperio de la impunidad,   la ilegalidad, los privilegios irritantes y la corrupción, que al igual que ayer siguen condenando a  nuestro pueblo a la oscuridad de la ignorancia y acomodándolo a las dádivas que jamás lo sacarán de la pobreza.

Ayer, hoy y mañana Minerva, Manolo y muchos otros héroes nos seguirán escribiendo, ojalá que no sigamos sin darles la respuesta por la que lucharon.