Más que a la destrucción del patrimonio arquitectónico de Santiago, le tememos a la mentira que destruye la verdad, al acto deshonesto y engañoso con el que pretende llamar “Plaza 30 de Marzo” a lo que sería una “Plaza de San Pedro”.
“Plaza 30 de Marzo” es un eufemismo empleado por el arzobispo De la Rosa y Carpio para ocultar su verdadero objetivo: apelando al sentimiento patrio para construir su propia “Plaza de San Pedro” en Santiago a costa del nombre de nuestros héroes, utilizándolos para justificar una costosa obra innecesaria en estos tiempos de escasez y deudas públicas millonarias.
El proyecto de plaza le fue presentado al presidente Medina por el prelado, ejerciéndole su presión política en un almuerzo arzobispal, sabiendo que de acoger su “petición patriótica” la plaza le serviría a su causa religiosa, como le sirvió aquella “Via della Conciliazione” que le pidió su Iglesia a Mussolini para “limpiar de chusma y casas viejas” los entornos vaticanos, a cambio de apoyo político al dictador italiano.
Bajo este nombre patrio, “Plaza 30 de Marzo”, el arzobispo trata de encubrir lo que sería una obra particular acreditada a su reinado arzobispal pero, como siempre, a costa del patrimonio histórico y de los bolsillos del erario, de donde ya han salido unos 800 millones de pesos en dos remodelaciones catedralicias escandalizadas por desfalcos y juicios canónicos promovidos por chismes intestinos, venganzas clericales y juicios canónicos acomodados que terminaron con la carrera eclesiástica de un querido obispo verdaderamente santiaguero.
Por este engaño, más que por la destrucción del patrimonio histórico, los santiagueros nos sentimos indignados al pretenderse encubrir un propósito particular y egoísta bajo el supuesto de que los santiagueros somos unos tarados incapaces de ver el falso patriotismo enarbolados por una Iglesia que alega con descaro que ésta será una “Plaza 30 de Marzo y no la de San Pedro”.
Ciertamente, la Iglesia nos tiene acostumbrados a usar a la patria para fines particulares. Asume que quien es capaz de tragarse un dogma también es capaz de tragarse la mentira de esta plaza heroica.
Reincidentemente la Iglesia ha pretendido burlar nuestra inteligencia y a Duarte, hoy ha sometido un proyecto de ley para modificar la Ley 137-97 sobre el “Traslado de los Días Feriados”, procurando destacar su Día de Reyes, para que no sea movido al presentarlo “amarrado con el día del nacimiento de Duarte”, alegando que Duarte no merece ese desprecio y trato.
Pero ¿cuándo le ha importado nuestra Patria a la Iglesia para venir ahora reclamar la “Plaza del 30 de Marzo” disque para venerar a los héroes que ellos mismos odiaron y combatieron al propugnar por la anexión y no por la Independencia? ¿Acaso la Iglesia no propugnó por la anexión del territorio a una potencia extranjera, la que representaba sus intereses particulares? ¿Acaso no sabemos que la Iglesia traicionó a los patriotas independentistas para favorecer a Santana?
¿Acaso no estableció el arzobispo Portes en su Carta pastoral del 24 de julio de 1844 que excomulgaría “a cualquiera clase de persona que se mezclase en trastornar las disposiciones de nuestro sabio gobierno”, al de Santana que perseguía a Duarte?
¿Acaso no sabe el arzobispo que su Iglesia se manifestó contra la dominicanidad y contra Duarte? ¿Acaso no sabe que su Iglesia emplazó a los trinitarios para que se sometiesen a los propósitos antidominicanistas traidores de Santana, que los desacreditó a todos como herejes, excomulgándolos en esta Carta Pastoral que hoy ocultan y niegan por vergüenza? ¡Basta de hipocresías y de mentiras!
Jamás podremos considerar como patriótica a una Iglesia que históricamente ha venido conspirando contra la democracia dominicana. Recordemos su apoyo al tirano con su lema “Dios y Trujillo”. Recordemos el golpe de estado contra Juan Bosch. Recordemos la acusación pública de COMUNISTA contra Bosch, para impedir su elección, a semejanza de la Carta Pastoral de Portes con la excomunión que impidió la elección de Duarte como presidente de la naciente República en 1844.
¿No ha pensado el arzobispo que la sangre que corrió por las calles de Santo Domingo fue una consecuencia directa del golpe de Estado contra Bosch que propicio su Iglesia? ¿No ha pensado que, de no haber traicionado a Duarte y apoyado a Santana, no hubiese corrido tanta sangre dominicana, porque la gesta restauradora no hubiese sido necesaria?
Creo que sería más honesto escuchar al arzobispo decir que su Iglesia quiere una especie de “Plaza de San Pedro” en el entorno de la catedral y no decir con malicia que quiere una “Plaza 30 de Marzo”.
Entendemos que los santiagueros no debemos ser asumidos y tratados como tontos por el Arzobispo De la Rosa. Nos ofende profundamente y creemos que debe retractarse: explicarle al presidente Medina y a las respetables instituciones que forman parte del “Consejo para el Desarrollo del Centro Histórico” de Santiago para decirles cuáles son sus verdaderos propósitos, para desvincularlos de semejantes artimañas que atraen el repudio del pueblo.
Rectificar es una virtud cristiana que enaltece y más ahora cuando el fantasma de la pederastia clerical nos viene de Higüey a Juncalito, mermando aun más la confianza del pueblo en el clero pederasta universal.
Oremos para que nuestros héroes y patriotas locales descansen en paz, alejados de los interese particulares y las manipulaciones políticas pues, en estos tiempos de confusión, debemos temerle más a las nefasta consecuencias que trae la destrucción de la verdad histórica que a la destrucción del patrimonio arquitectónico de Santiago.
No podemos permitir que se difunda la mentira de que la Iglesia estuvo de parte de Duarte y de sus trinitarios. Debemos decir la verdad: Que la Iglesia utilizó todo su poder y empeño para impedir el nacimiento de la República, en contra de la dominicanidad
¿Para qué la Iglesia proclama una “Plaza 30 de Marzo”, si cuando esos héroes necesitaron su apoyo ella se negó y los persiguió con saña excomulgándolos de su seno?
Atentamente;
Guido Riggio Pou
Santiago R.D.